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Heath's Modern Language Series: Mariucha
by Benito Perez Galdos
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Luis Morote, Teatro y novela, Madrid, 1906, pp. 59-75, 259-70.

E. Pardo Bazn, "Realidad," in Obras completas, vol. VI, 197-239. [A splendid interpretation written in 1892.]

R. D. Pers, "Casandra," in Cultura espaola, 1906, pp. 135-38.

Ramn Prez de Ayala, Las mscaras, Madrid, 1917, pp. 17-102. [By a fervent admirer.]

J. Prez de Guzmn, "Electra en Amrica," in La Ilustracin espaola y americana, 1901, II, pp. 230-31.

Ricardo Rojas, El Alma espaola, Valencia, n.d., pp. 87-106.

Boris de Tannenberg, "B. Prez Galds," in Bulletin hispanique, II (1900), pp. 340-50.

C. A. Turrell, Introduction to Contemporary Spanish Dramatists, Boston, 1919, pp. 10-12.

F. Vzinet, Les matres du roman espagnol contemporain, Paris, 1907, pp. 41-128.

R. W. Waldeck, "Benito Prez Galds, Novelist, Dramatist and Reformer," in The Critic, vol. 45 (1904), pp. 447-49.

Elizabeth Wallace, "The Spanish Drama of To-day," in The Atlantic Monthly, vol. 102 (1908), pp. 357-66.

Jos Yxart, El arte escnico en Espaa, I, Barcelona, 1894, 309 to end, passim. [Objective and historical.]



MARIUCHA

COMEDIA EN CINCO ACTOS

Estrenada en el Teatro Eldorado de Barcelona el 16 de Julio de 1903



PERSONAJES

MARA SRA. GUERRERO FILOMENA, Marquesa de Alto-Rey SRTA. CANCIO VICENTA PULIDO, alcaldesa SRTA. VILLAR TEODOLINDA, viuda americana, millonaria SRA. MARTNEZ CIRILA, criada SRA. BUENO MENGA, jovenzuela, vendedora en la plaza SRTA. BLANCO SEORA de Gonzlez SRA. SEGURA SEORITA SRTA. TORRES DEM SRTA. VILLAR (D.) LEN SR. DAZ DE MENDOZA (D.F.) D. PEDRO DE GUZMN, Marqus de Alto-Rey y de San Esteban de Gormaz SR. MEDRANO CESREO, su hijo SR. DAZ DE MENDOZA (D.M.) DON RAFAEL, cura prroco SR. CIRERA CORRAL, plebeyo enriquecido SR. GUERRERO EL ALCALDE de Agramante SR. JUSTE EL POCHO, mayoral y alquilador de coches SR. URQUIJO BRAVO, juez municipal SR. SORIANO VIOZCA ROLDN, contratista SR. MANRIQUE GIL

Villa de Agramante 1903



MARIUCHA

ACTO PRIMERO

Sala en el palacio de Alto-Rey. El soberbio artesonado es el nico vestigio de la antigua magnificencia. Las paredes desnudas; el mueblaje moderno, poco elegante; algunas piezas, ordinarias. Puerta al fondo y a la derecha. A la izquierda, ventana o balcn. Cerca de ste una mesa de escribir. A la derecha, silln de respeto, sillas. Es de da.



ESCENA PRIMERA

CIRILA, arreglando y limpiando los muebles; CORRAL, EL POCHO, que entran por el fondo. Corral viste con afectacin y mal gusto, ostentando brillantes gordos en la pechera, cadena de reloj muy llamativa y sortijas con piedras de valor.

POCHO. Dan su permiso?

CIRILA. Adelante.

CORRAL. No han vuelto de misa los seores?

CIRILA. No tardarn. (Displicente.) Vaya, otra vez aqu estos moscones! 5

POCHO. Otra vez, y cien ms, hasta que...

CORRAL. Perdone la seora Cirila, yo no vengo a cobrar.

CIRILA. Viene a fisgonear, que es peor, y a meter sus narices en las interioridades de la casa... 10

CORRAL. Ea, no despotrique, seora.

CIRILA. (Aparte.) Farsante!

POCHO. Yo no hago papeles. Vengo por el aqul de mi propio derecho. (Saca un papel y lo muestra.) El Sr. D. Pedro de Guzmn, Marqus de Alto-Rey y 15 de San Esteban de Gormaz, es en deber a Francisco Muela, apodado El Pocho, la cantidad de...

CIRILA. Basta.

POCHO. Por cuatro servicios de coche...

CIRILA. Agobiar al seor por tal porquera!... 20

CORRAL. Ya cobrars, Pocho. (Dando largas.) Ten paciencia...

POCHO. Paciencia!... que es como decir hambre.

CIRILA. (Incomodada, sealndoles la puerta.) Hagan el favor... Tengo que hacer... 25

POCHO. Yo espero al seor.

CORRAL. Dos preguntas no ms, seora Cirila, y perdone. An no hace un mes que estos seores Marqueses vinieron ac de Madrid huyendo de la quema. Es cierto que se encuentran ya en situacin tan precaria 30 que...?

CIRILA. Para nadie es un secreto que los que ayer fueron poderosos hoy no lo son.

CORRAL. S: ya saben hasta los perros de la calle que la casa de Alto-Rey es casa concluida. Hace ms 35 de veinte aos que viene cayendo, cayendo, y por fin... (Con afectada pena.) Las volteretas que de este mundo loco!... En la villa se dice que los seores Marqueses han llegado a carecer hasta de lo ms preciso para la manutencin. 40

POCHO. Y que se ven y se desean para poner un puchero.

CIRILA. Eh... habladuras!

CORRAL. (Queriendo internarse por la derecha.) Djeme, djeme ir a la cocina a ver qu es lo que guisan... 45

CIRILA. (Detenindole.) Alto ah... Qu desvergenza!

POCHO. Si ni tan siquiera tendrn lumbre!

CORRAL. Hay que ver...

POCHO. (Por Cirila.) Cmo les tapa la miseria! 50 sta no les abandona en la desgracia.

CORRAL. Eso es nobleza.

CIRILA. Gratitud. Les quiero...

CORRAL. Particularmente a la seorita Mara.

CIRILA. Mi nia del alma! Yo la cri; la he servido 55 desde que vino al mundo. Ms que cario, por ella tengo adoracin.

POCHO. Y qu re-bonita, y qu re-maja, y qu re-salerosa es la nia, Cristo con ella! No le faltar un ricacho que la saque de pobre. Anmese, don Faustino... 60 Usted rico, usted el ms elegante caballero de nuestra villa... Qu mejor proporcin...!

CORRAL. (Pavonendose.) Verdaderamente, no es uno saco de paja... De menos nos hizo Dios.

POCHO. Pues si yo fuera don Faustino del Corral, 65 cualquiera me quitaba a m esa nia, Cristo con todos! Si tuviera yo esos diamantes en la pechera, esa cadena de reloj y esos anillos refulgentes, y lo que hay en casa, Cristo conmigo! los dinerales que diz que tenemos en el Banco, eh?... aguardando colocacin... 70

CORRAL. No es tanto, Pocho. Algo se ha trabajado y no falta para unas sopas. (A Cirila.) Ahora, la ltima pregunta si usted no se incomoda.

CIRILA. Diga.

CORRAL. Es cierto que el propietario de este palaciote 75 de Alto-Rey lo cede gratuitamente a los seores Marqueses?

CIRILA. As lo entiendo.

POCHO. Y luego dicen...! Vaya, que estos nobles tronados siempre caen de pie! Vendi el Marqus este 80 casern hace diez aos por un pedazo de pan...

CORRAL. Hase visto mayor locura? Si hubiera estado yo en Agramante, no se me escapa esa ganguita... Compr la casa el sastre Diego Lpez, que ha sacado ya triple del coste con el producto de las estancias bajas y 85 altas que tiene alquiladas. Y ahora, el hombre puede permitirse un rasgo: cede al Marqus las habitaciones mejores...

CIRILA. (Que ha mirado por el fondo.) Los seores vienen. 90

CORRAL. (Aparte al Pocho.) Ten comedimiento, Pocho. Hazte cargo de la pobreza...

POCHO. Pues y la ma? Cristo con...! (Corral le manda callar. Se apartan a la izquierda.)



ESCENA II

Los mismos; DON PEDRO, cabizbajo: detinese en la puerta como esperando a alguien. Conserva en su miseria la nobleza de la figura. El traje, aunque revelando bastante uso, es de corte y telas elegantes. Acude Cirila a recogerle el abrigo y sombrero.

CIRILA. Y la seora Marquesa? 95

DON PEDRO. Detrs viene con Mara y el seor Cura. (Entra despacio, abstrado.) Qu... hay visitas?

CORRAL. (Oficioso.) Seor Marqus, cmo va ese valor?

DON PEDRO. Tirando, amigo, tirando... (Sobresaltado, 100 al ver al Pocho.) Otra vez este maldito Pocho!

CIRILA. Desdichado seor!... A lo que ha llegado! (Vase por la derecha.)

POCHO. Vuecencia me dijo que hoy...

DON PEDRO. (Con arrebato de clera, bastn en mano.) 105 Dije a usted que le avisara...

POCHO. Perdone vuecencia... pero...

DON PEDRO. Es mucho molestar... Es grande impertinencia...!

POCHO. Necesidad, seor. Soy un pobre. 110

CORRAL. Paciencia, Pocho. Puedes volver...

DON PEDRO. Cuando se le avise... Espere... (Se sienta en el silln.)

POCHO. (Con entereza.) Podr alimentarme de tronchos de berza, de cortezas de chopo; pero no de las buenas 115 palabras de vuecencia. Pgueme, o de aqu me voy al Juzgado municipal...

CORRAL. Pocho...!

DON PEDRO. (Variando de tono ante la amenaza.) Qu injusta desconfianza!... Pocho, venga usted aqu. 120 (Llamndole, carioso.) Mi buen amigo... (Le toma la mano.) Cmo puede dudar...?

POCHO. No es duda, es pobreza.

DON PEDRO. (Dolorido, con afectada mansedumbre.) Vaya, vaya, sosiguese el buen Pocho. (Dndole palmaditas 125 en la mano.) Y no dude que, con el pago, tendr una buena gratificacin... Es muy justo. (Entran por el fondo Filomena y don Rafael.)

POCHO. Yo cedo a vuecencia la propina si hoy mismo... 130

DON RAFAEL. Pocho...! (Con un castaeteo de lengua como el que se usa para echar a los perros, le despide sealndole la puerta.)

POCHO. Ya, ya... (Por D. Pedro.) Cristo con l, con su madre y con toda su casta! (Vase rpidamente.) 135



ESCENA III

DON PEDRO, CORRAL, FILOMENA, DON RAFAEL. La Marquesa de Alto-Rey revela menos que el Marqus, en su traza y vestimenta, la decadencia social. Viste traje negro elegante; mantilla.

DON PEDRO. (Inquieto.) Y Mara?

DON RAFAEL. En la plaza qued con las de Gonzlez.

FILOMENA. Entretenidita, viendo esos tipos de los pueblos, los pintorescos trajes, la animacin del mercado... 140

CORRAL. (Saludndola.) Seora Marquesa, tengo el honor...

FILOMENA. Seor de Corral, mucho gusto... (Se quita la mantilla.)

DON PEDRO. (Afectuoso, cogindole la mano.) Querido 145 Corral, sea usted indulgente con mi desgracia, la cual no slo me aflige a m, sino a los amigos que vienen a verme, pues poco grato ha de serles or mis lamentos, y ver espectculos como estas embestidas del Pocho...

CORRAL. No se hable ms de eso. 150

DON RAFAEL. Y sobre todo, no se exaspere, Marqus... Tmelo con calma... Ya vendrn das mejores...

DON PEDRO. Yo confo en que el Gobierno...

FILOMENA. Por la Virgen, no me hables de 155 Gobiernos...

DON PEDRO. En la Providencia, s: a eso voy. Quiero decir que Dios inspirar al Gobierno para que...

DON RAFAEL. (Aprobando.) Mucho!

DON PEDRO. Tambin espero auxilio de las personas 160 de nuestra clase. Imposible que permanezcan indiferentes...

FILOMENA. Bien podrn ser nuestros iguales o el Gobierno instrumentos de que Dios se valga para salvarnos. Pero en Dios est toda mi esperanza. 165

DON RAFAEL. S, s: Dios...

DON PEDRO. (Muy nervioso se levanta y se pasea por la escena.) Pero a qu espera?

FILOMENA. Paciencia, Pedro. Para mirar por nosotros, all qued nuestro hijo Cesreo... 170

DON PEDRO. (Exasperado.) Pero qu hace en Madrid Cesreo, pregunto yo, si no revuelve el mundo por sacarnos de este pantano?

CORRAL. (Recordando.) Tengo el gusto de anunciar a los seores Marqueses que su hijo D. Cesreo llegar hoy. 175

DON PEDRO. (Gozoso.) Mi hijo... aqu!

FILOMENA. (Gozosa.) Cesreo! Cmo lo sabe usted?

CORRAL. Por un telegrama que recibi esta maana el Alcalde. 180

DON PEDRO. Me sorprende mucho.

FILOMENA. A m no, sabiendo que est aqu Teodolinda.

DON PEDRO. La ricachona americana, la super-mujer, poseedora, segn dicen, de un capital de diez millones 185 de pesos... No creo en cuentos de hadas; no creo que existan diez millones de duros, ni que una viuda los posea.

DON RAFAEL. Ni creer usted que le ha dado la ventolera de adquirir las propiedades ms valiosas de la 190 provincia?

DON PEDRO. (Escptico.) Tampoco... Ni creo que con esa seora, con ese mito, tenga relacin el viaje de Cesreo.

CORRAL. Que en Madrid fueron novios o cosa tal, 195 se ha dicho en Agramante.

FILOMENA. Es cierto: en Madrid, el invierno ltimo.

DON PEDRO. Pero aquello pas... pura flirtation, galanteo fugaz...

FILOMENA. Ah!... no sabemos... 200

DON PEDRO. (Malhumorado.) Digo que termin.

FILOMENA. Muy pronto lo afirmas.

DON RAFAEL. (Con cierto misterio.) Yo puedo asegurar que ayer, hablando con Teodolinda...

DON PEDRO. (Con sbito inters.) Qu...? 205

FILOMENA. (Lo mismo.) Qu...?

DON RAFAEL. Pues hablando ayer con ese Potos en figura humana... fue a entregarme una cantidad, y no floja, para los pobres...

DON PEDRO. Y qu dijo? 210

DON RAFAEL. No s cmo ni por qu nombramos a los seores Marqueses de Alto-Rey... Se habl de...

CORRAL. Estaba yo presente. Se habl del desastre de esta noble familia...

DON RAFAEL. Hizo grandes elogios de Cesreo, de su 215 inteligencia, de su gallarda...

CORRAL. Y al fin dijo que no pensaba volver a casarse.

DON RAFAEL. (Con viveza y enojo.) No: no dijo eso, Corral.

CORRAL. Don Rafael, mire que estoy bien seguro... 220

DON RAFAEL. (Con energa.) No dijo eso, sino todo lo contrario. Y yo me permit aconsejarle... vamos, le indiqu... cun conveniente le ser un sostn... un compaero de la vida que le ayude a llevar la carga de tan desmedidas riquezas. 225

DON PEDRO. (Excitadsimo.) Mi querido Corral, usted, que es la gaceta de Agramante, hgame el favor de enterarse del telegrama recibido por el Alcalde... si es verdad que viene Cesreo...

FILOMENA. Y a qu hora... 230

CORRAL. Voy al punto.

DON PEDRO. Infrmese tambin de si esa seora...

CORRAL. Ya saben que alquil la finca de Lugones, con magnfico parque...

DON RAFAEL. Y esta noche da una fiesta... al aire 235 libre.

CORRAL. Lo que llamamos garden party, o garden no s qu, con baile, buffet, farolitos...

FILOMENA. Querido Corral, no se entretenga...

CORRAL. Vuelvo. (Vase presuroso.) 240



ESCENA IV

DON PEDRO, FILOMENA, DON RAFAEL; despus CIRILA.

FILOMENA. Qu paso lleva el oficioso seor!

DON PEDRO. Muestrario de pedrera falsa...

DON RAFAEL. Falsa, no: todo lo que lleva al exterior es de ley. El corazn s que es falso, y la voluntad puro vidrio. 245

DON PEDRO. Tiene dinero este hombre?

DON RAFAEL. Don Faustino del Corral, o de los Corrales, no se dejar ahorcar por un milloncejo de pesetas.

FILOMENA. Jess me valga!

DON PEDRO. Har prstamos en condiciones 250 ventajosas.

DON RAFAEL. Suele dar dinero al tres por ciento mensual, con garanta hipotecaria.

DON PEDRO. Y a retro quizs. El hombre no quiere arriesgarse. 255

FILOMENA. Y a los pobres no da?

DON RAFAEL. Oh! s: en la suscripcin para la Casa de Misericordia figura con una suma mensual.

FILOMENA. Ser considerable.

DON RAFAEL. Noventa cntimos. 260

CIRILA. (Entrando por el fondo con cartas y peridicos.) El correo. (Dirgese a la mesa de la izquierda, a la que va tambin don Pedro.)

FILOMENA. (A la derecha, con don Rafael.) La sordidez, ave rastrera, hace casi siempre sus nidos en las 265 arcas ms llenas de caudales.

DON RAFAEL. As como la caridad, ave del Cielo, suele acomodarse en las arcas vacas. Triste humanidad!

FILOMENA. Por eso yo, en mis angustias actuales, 270 me acuerdo de los que aun son ms pobres que yo...

DON RAFAEL. (Elogiando.) Mucho, mucho!

DON PEDRO. (A Cirila.) Agurdate, que algo hay que llevar al correo. (En voz alta, mirando el sobre de una carta.) Filomena, carta de tu madre. (La da a Cirila, 275 que la lleva a su seora.)

FILOMENA. Han escrito los nios?

DON PEDRO. No; pero me escribe el Rector que estn buenos y contentsimos... Perico muy aplicado, Ricardillo un poco travieso... 280

FILOMENA. Pero buenos y sanos, que es lo que importa. (Abre la carta de su madre.)

DON PEDRO. (A Cirila, quitndole una de las cartas que le ha dado.) Qu cabeza! sta, para Cesreo, no va... Aguarda, voy a concluir sta. 285

FILOMENA. (Aparte a don Rafael, gozosa, despus de leer la carta.) Para que se vea si tengo razn en poner toda mi confianza en el auxilio celestial. Mi pobre madre, que hoy sufre tambin penuria, aunque no tanta como yo, me manda por segunda vez una corta cantidad. 290

DON RAFAEL. Tambin por conducto mo?

FILOMENA. S: usted recibir el libramiento.

DON RAFAEL. Pues maana mismo...

FILOMENA. No: no me lo traiga usted. Eso que Dios me enva, en su culto y en obras de piedad quiero 295 emplearlo.

DON RAFAEL. Fjese usted, amiga ma, en sus necesidades. (Siguen hablando en voz baja.)

DON PEDRO. (Cerrada la carta que ha escrito, la da a Cirila.) Oye: si viene esa seora a invitarnos... 300

CIRILA. Qu seora?

DON PEDRO. La super-mujer. Podremos obsequiarla con un t? Dime, queda algo de aquel Porto riqusimo que trajimos de Madrid?

CIRILA. Seor, lo poco que queda resrvelo... (Sigue 305 dicindole que la despensa est poco menos que vaca.)

FILOMENA. (Aparte a don Rafael.) Dios cuida de nosotros. Por qu conducto? Por ste, por otros que no podemos presumir. Entre tanto, rena usted lo que 310 ahora manda Dios con lo que antes vino, y el total divdalo en tres partes: la una sea para sufragios por el alma de mi padre, por la de los hermanos mos y de mi esposo. La otra, la distribuye usted entre los pobres. Con la ltima parte quiero ofrecer a la Santsima Virgen 315 del Rosario un manto nuevo. (Concluye don Pedro de hablar con Cirila y sta se va.)

DON RAFAEL. Ya podr pasarse por este ao con el viejo. Nuestra Seora es modesta: no se paga de ostentaciones... 320

FILOMENA. Don Rafael, es mi gusto; es un anhelo ferviente.

DON RAFAEL. Bueno, bueno. No hablemos ms. (Don Pedro, en pie junto a la mesa, reconoce papeles con febril inquietud, irascible.) 325

DON PEDRO. Filomena, dnde diablos me habis puesto...?

FILOMENA. (Acudiendo a su lado.) Qu, hijo?

DON PEDRO. Es Mara la que sabe... (Llamando.) Mara, Mariucha! 330

FILOMENA. (Mirando por el balcn.) Esa hija...! En la plaza no la veo.

DON PEDRO. Pues que la busquen, que la traigan.

DON RAFAEL. (Asomndose por el fondo.) Si est aqu, en el patio! Habla con las vecinas que llenan sus 335 cntaros en la fuente... Hace fiestas a los chiquillos. (La llama por seas.) Es la bondad misma.

FILOMENA. (Con profunda tristeza.) Pobre ngel cado en este pozo!



ESCENA V

Los mismos; MARA por el fondo. Viste con sencilla elegancia, sin que en su atavo se conozca la pobreza de la familia.

MARA. (Serena, risuea.) Aqu estoy. 340

DON PEDRO. Pero, hija de mi alma, qu hacas?

MARA. Me entretuve viendo y examinando nuestra vecindad. En el segundo patio he visto unas familias pobres muy simpticas, unos chiquillos saladsimos. He hablado con cuantas mujeres vi, preguntndoles de qu 345 viven, cmo viven, qu comen... Y sus nombres, edad, familia, todito les pregunt... Tengo ese defecto: soy una fisgona insufrible...

FILOMENA. Eres una chiquilla.

MARA. Pues en este patio primero tenemos vecinos 350 de mucha importancia. A esta parte, al extremo de la galera de cristales por donde salimos al patio, tenemos de vecino a un carbonero.

DON RAFAEL. Almacn de carbones, s. El dueo es un hombre excelente, muy trabajador... Le 355 conozco...

MARA. Por cierto que pas un susto...! Como me da por verlo todo, me plant en la puerta mirando aquella caverna tenebrosa. De pronto, sali de lo ms hondo un hombre horrible, la cara negra, tiznada; los 360 ojos, como ascuas, relucan sobre la tez manchada de carbn... Despus me ech a rer. El hombre me dijo: Seorita, en qu puedo servirle? Y yo...

FILOMENA. (Interrumpindola.) Vaya que ponerte a hablar con un bruto semejante! 365

MARA. Si es un hombre finsimo; si me qued asombrada de orle!

DON RAFAEL. Mucho, mucho! Ya les contar algo de ese y otros vecinos.

MARA. Todos me han parecido la mejor gente del 370 mundo, incluso el negro. Y qu me dices, pap, del espectculo de esa plaza, hoy da de mercado? T no lo has visto; t, mam, tampoco.

FILOMENA. Ya nos fijamos al pasar...

MARA. Os aseguro que nunca vi cosa que ms me 375 divirtiera. Esos pobres campesinos que vienen de tan lejos con el fruto de su trabajo!... Venden lo que les sobra, compran lo que necesitan. Abrumados llegan, abrumados parten, con el peso de la vida que va y viene, sube y baja... Unos traen grano, otros panes, otros 380 hortalizas, cochinitos chicos tan monos... Aqullos una carguita de lea: son los ms pobres; stos cargas de lana: son los ms ricos... En todos los puestos, en todos los grupos me meta yo con Teresa y Ramona, y a todos preguntaba: De dnde sois? Cunto os 385 valen las hogazas?... Por esa carga de lea, qu os dan?... Con esos cinco reales, qu compris ahora? A cmo dais la ristra de cebollas?... Y esas enjalmas rojas para los borricos, cunto valen?... Habis hecho buen negocio?... Este trigo es toda vuestra 390 cosecha?... Compraris cochinito?... Lo engordaris hasta que le arrastre la barriga?... Y vosotros nunca comis estos pollos, estos patos?... Qu comis?... Y vuestros nenes se han quedado all solitos?... Cuando volvis all, qu os dicen las pobres 395 criaturas?

FILOMENA. Vaya, que eres de verdad reparona y entremetida!... un ngel a quien interesan las cosas de la tierra ms que las del Cielo.

DON RAFAEL. (Con calor.) Ms, no, seora; lo 400 mismo.

MARA. Es que gozo lo indecible, me lo pueden creer, viendo este hormigueo de la vida de los pequeos: cmo viven, cmo luchan, cmo se defienden... Y no s si rerme o llorar cuando pienso que no son ellos ms pobres 405 que yo.

DON PEDRO. (Melanclico.) Ms ricos... No hay riqueza como la ignorancia.

FILOMENA. Riqueza y pobreza, por nuestros deseos se miden. 410

MARA. Ello es que los veo contentos, al menos tranquilos, y su contento y su tranquilidad se me comunican... Vedme alegre, confiada, con muchas ganas de infundiros a todos confianza y alegra.

DON PEDRO. (Dirgese a la mesa.) Ven aqu, ven 415 aqu... Dime, ante todo, dnde metiste las esquelas de... (Se sienta.)

MARA. (Aparte, suspirando.) Corazn mo, poco te dur el contento. (Abriendo un cajn de la mesa.) Si estn aqu! 420

DON PEDRO. Ah! dame...

DON RAFAEL. Seor Marqus, con su permiso... Tiene algo que mandarme?

DON PEDRO. (Disponindose a escribir una carta.) Querido cura: que no nos olvide en sus oraciones. 425

DON RAFAEL. Ah! por m no ha de quedar. (Viendo escribir a su padre, y sabiendo lo que escribe, Mara manifiesta gran afliccin.)

FILOMENA. (Aparte a don Rafael al despedirle.) Se ha fijado bien, don Rafael, en lo que le dije de la 430 distribucin...?

DON RAFAEL. Mucho, mucho! Descuide: lo har a toda conciencia, con plena conciencia de mi deber. (Vase por el fondo.)

DON PEDRO. (Sin dejar de escribir.) Filomena, que 435 me preparen el bao.

FILOMENA. Ir yo misma. No hay que agobiar a la pobre Cirila. (Vase por la derecha.)



ESCENA VI

MARA, DON PEDRO.

DON PEDRO. (Mostrando a su hija las cartas que sta sac.) Cuidars de que hoy mismo lleguen a su destino. 440

MARA. (Angustiada.) Ay, pap mo! djame que te diga... No te sientes humillado, degradado, con pedir limosna de esta manera?

DON PEDRO. (Irascible.) Y qu he de hacer? Estoy en el caso de solicitar un jornal del Ayuntamiento, 445 y ponerme a picar piedra en un camino, o a recoger las basuras de las calles?

MARA. Pues mira t: yo preferira eso.

DON PEDRO. Preferiras verme...?

MARA. Lo hara yo si pudiera... romper piedras, 450 barrer las calles de Agramante.

DON PEDRO. Toma las cartas y mndalas esta tarde. He agregado una... para ese Corral...

MARA. (Resistindose a tomar las cartas.) Ay, Dios mo, Dios mo! (Llorosa, permanece en resistencia 455 pasiva.)

DON PEDRO. (Con severidad.) Obedceme... No me irrites...

MARA. Bueno, pap: har todo lo que me mandes. (Toma las cartas y las guarda en el bolsillo.) Es mi deber... 460 Pero di, no hay otro medio? (Recordando.) Ah! me dijeron que viene Cesreo. Lo sabas?

DON PEDRO. S.

MARA. Y no esperas que Cesreo te traiga...? Aguardemos a que llegue... 465

DON PEDRO. Lo que traiga tu hermano, que no ser mucho, lo necesitar para s. Est obligado a conservar aqu cierto brillo y... No puedo explicrtelo.

MARA. Sin tus explicaciones lo comprendo. Crees que se me escapan las ideas tuyas, las ideas de toda la 470 familia? Mi hermano hizo la corte a esa viuda millonaria... Tal vez ahora...

DON PEDRO. No s... Podra ser...

MARA. (Con agudeza.) Y no se te ha ocurrido que de estos petitorios podra la dama ricachona enterarse? 475 Qu dira, qu pensara de nosotros!

DON PEDRO. (Confuso.) S; pero... Se hara cargo... No obstante, la idea de que la viuda se entere, me inquieta un poco.

MARA. Esta maana, cuando sala yo de la iglesia 480 con Vicenta Pulido, vi a la millonaria. Ay, qu facha, qu cargazn de sedas, de plumas, de encajes, de joyas! Cuentan por ah que lleva las ligas recamadas de perlas, y que en su casa de Madrid hay ms plata que en una catedral. 485

DON PEDRO. Lo creo...

MARA. Y que las mesas de noche son de marfil, y otras cosas... de lpiz-lzuli... Su aspecto es de una rastaquoure tremenda y de una cursi estrepitosa.

DON PEDRO. Nunca la he visto. Dicen que es 490 hermosa.

MARA. Lo fue el ao de la Revolucin de Septiembre, cuando t todava no te habas casado.



ESCENA VII

Los mismos; FILOMENA, CIRILA.

FILOMENA. (Por la derecha.) Ya tienes el bao pronto. 495

DON PEDRO. Voy... (Al salir detinese preocupado.) Si vuelve ese maldito Pocho... le decs... que maana. (Entra Cirila por el fondo y habla con Mara.)

FILOMENA. No prometas nunca para maana... Tmate ms tiempo. 500

DON PEDRO. Tienes razn... Mejor ser el lunes... seguro, el lunes. (Vase por la derecha.)

CIRILA. La he visto entrar en el patio.

FILOMENA. Quin?

CIRILA. La seora Alcaldesa. Creo que viene ac. 505 (Entra Vicenta por el fondo.)

MARA. Ya est aqu. (Vase Cirila.)



ESCENA VIII

MARA, FILOMENA, VICENTA; despus CIRILA.

VICENTA. Amigas muy queridas: un aviso, una peticin, y me voy al instante.

FILOMENA. Ante todo, sabe usted si viene Cesreo? 510 Su marido de usted ha recibido un telegrama...

VICENTA. No s nada. En casa estuve despus de misa. Nicols haba salido.

MARA. No se sienta? (Se sientan las tres.)

VICENTA. Un momento... Lo primero, advertir a 515 ustedes que Teodolinda viene en persona a invitarlas.

FILOMENA. Esta tarde?

VICENTA. No: antes de medioda. Irn ustedes a la fiesta veneciana?

FILOMENA. La verdad... no quisiramos... 520

VICENTA. Por Dios, Marquesa! Esta pobre nia debe distraerse, lucir su belleza...

FILOMENA. S, s... Mara ir con usted...

VICENTA. Para m no hay mayor honra... (A Mara.) Y me enorgullece llevarla a usted conmigo, aunque a 525 su lado resultar una facha.

MARA. Por Dios, Vicenta!...

VICENTA. Usted ha trado todo su guardarropa, de ltima moda, elegantsimo, y yo...

MARA. No me dijo usted que esperaba hoy el vestido 530 de garden party que encarg a Madrid?

VICENTA. (Desconsolada.) Pero no vendr, qu pena! (Saca una carta.) Vean la carta de la modista, que ha sido como un rayo... (Lee.) Imposible remitir hoy... Este contratiempo me anonada. 535

FILOMENA. Lo comprendo. Contar con una cosa y...! Las modistas son tremendas.

VICENTA. Pues ahora viene la splica. En este conflicto no veo ms que una solucin: arreglar un vestido que estren ao pasado, cuando vino el Ministro de 540 Fomento y se aloj en mi casa. Pero desconfo de que mi hermana y yo podamos arreglarlo con toda la elegancia que deseo. Ustedes me indicarn... Perdonen mi impertinencia. El puesto que ocupa Nicols me obliga a ser la ms elegante del pueblo. No quiero hacer mal 545 papel. Nicols se disgustara con esto ms que si perdiera las elecciones.

FILOMENA. Ensear a ustedes un modelo que traje. (Las interrumpe Cirila entrando presurosa por el fondo.)

CIRILA. Seora... ah sube. 550

FILOMENA. Quin?

CIRILA. Esa seora tan...

VICENTA. Teodolinda!

MARA. La rastaquoure...!

VICENTA. (A Filomena.) Ver usted qu lujo tan 555 desfachatado! (Entra Teodolinda. Su figura y vestido son conformes a las descripciones que de ella se han hecho. Vase Cirila.)



ESCENA IX

FILOMENA, MARA, VICENTA, TEODOLINDA.

TEODOLINDA. Seora Marquesa, me perdonar usted que haya sido muy inconveniente en la eleccin de hora 560 para mi visita.

FILOMENA. Oh! el honor que recibimos no sabe hacer distincin de horas. (Se sientan: Mara al extremo izquierda.)

TEODOLINDA. Y hemos de convenir en que la vida de 565 campo forzosamente ha de relajar un poco la etiqueta social.

FILOMENA. Seguramente.

TEODOLINDA. Perdneme la seora Alcaldesa si llamo campo a esta preciosa villa, tan culta, modelo de polica 570 y urbanizacin.

VICENTA. Campo es... con casas... ciudad... al aire libre.

TEODOLINDA. Y la ms hospitalaria que cabe imaginar. Estoy contentsima. La casa que he tomado es una preciosidad... 575 aunque algo pequea...

MARA. (Aparte.) Jess! Pequea dice. Y la edificaron para convento! Pues que le traigan el Escorial.

TEODOLINDA. El parque muy frondoso. Sera incomparable si tuviera lago... 580

MARA. (Aparte.) Y mucha agua!

TEODOLINDA. Y una extensin de quinientas hectreas.

FILOMENA. A propsito de extensiones de tierra, se dice que usted adquiere pertenencias mineras y bienes races en la provincia. 585

VICENTA. Y un monte grandsimo, y tres dehesas...

TEODOLINDA. Que me gustara poder juntar en una sola, para formar una propiedad verdaderamente regia.

MARA. (Aparte.) Cuatro dehesas juntas! para que esta fiera tenga donde pasearse a sus anchas. 590

FILOMENA. Har usted todo lo que se le antoje, y no habr ilusin ni capricho que no pueda satisfacer.

TEODOLINDA. (Con refinada amabilidad.) Por lo pronto, seora Marquesa, aqu me trae la ilusin de que usted y su linda hija honren esta noche mi casa. 595

FILOMENA. Mi esposo y yo agradecemos a usted en el alma su invitacin. (Suspirando.) Nos hallamos bajo el peso de tristezas y desazones que excluyen todo regocijo. Pero no privaremos a nuestra hija de esa magnfica fiesta. Cuente usted con Mara, que ir con la seora 600 Alcaldesa.

TEODOLINDA. Amiga ma, del mal el menos... Su preciosa hija ser la flor ms lucida de mi jardn, y la estrella ms brillante de mi noche... quiero decir... de la noche de... (Embarullndose, no puede acabar el 605 concepto.)

FILOMENA. (Comprendiendo.) S, s... ya...

MARA. (Aparte.) Ay, Dios mo, se le acab la cuerda!

FILOMENA. Mara agradece tanta bondad... y tendr 610 mucho gusto...

MARA. Grandsimo placer... Ser una fiesta esplndida, nunca vista en Agramante.

TEODOLINDA. Las seoras de esta culta villa le darn todo su encanto. 615

VICENTA. Y encanto mayor usted...

MARA. Usted, la amable duea de la casa, la opulenta anfitrionisa...



ESCENA X

Los mismos; CORRAL, presuroso, por el fondo.

CORRAL. Seor Marqus, seoras...

FILOMENA. (Alarmada, se levanta.) Qu noticias, 620 Corral?

MARA. Viene mi hermano?

CORRAL. Ya est en Agramante... Le vi en la estacin. Salieron a recibirle el Alcalde, el Coronel de la zona, el Juez municipal y el Contratista de la trada de 625 aguas... Al instante vendr. Y el seor Marqus? (Hace reverencia a Teodolinda.)

FILOMENA. (A Mara.) Ve, hija: dale prisa... (Vase Mara por la derecha.)

CORRAL. (A Filomena.) Debo anticipar a usted que 630 Cesreo slo estar en Agramante algunas horas. Esta tarde tomar el tren mixto para llegar a Santamar, la capital de la provincia, antes que salga de all el Ministro de la Gobernacin, que ha ido a inaugurar el nuevo Presidio. 635



ESCENA XI

Los mismos; DON PEDRO; tras l, MARA.

DON PEDRO. Ya s... ya me ha enterado Mara... (A Teodolinda muy corts.) Seora ma, crea usted que me confunde el honor que hace a esta humilde casa...

TEODOLINDA. La casa y familia, dignas son de todos los honores. La casa es un soberbio palacio. Al venir 640 aqu, he admirado por tercera vez la hermosa fachada plateresca. Qu maravilla, seor Marqus!

FILOMENA. (Con tristeza.) Esa maravilla y otras ay! fueron nuestras.

DON PEDRO. Cuando Dios quera... 645

TEODOLINDA. Y quin sabe si volvern, cuando menos se piense, a su primitivo, a su ilustre dueo!

DON PEDRO. Quin sabe...! Cesreo tal vez, si adquiere, como yo espero y l merece, una elevada posicin en la poltica... 650

TEODOLINDA. Ya sabe usted que est aqu.

DON PEDRO. Le esperamos por instantes.

CORRAL. Pronto vendr. Han querido enterarle del asunto de las aguas...

FILOMENA. (Impaciente.) Mucho tardan. 655

VICENTA. La culpa es de mi marido.

CORRAL. (Que ha mirado por el fondo.) Ya vienen, ya suben, ya estn aqu. (Corren Filomena y Mara al encuentro de Cesreo. Le abrazan y besan cariosamente. Tras de Cesreo entran el Alcalde, Roldn y Bravo. Don 660 Pedro ha permanecido junto a Teodolinda.)



ESCENA XII

Los mismos; CESREO, el ALCALDE, ROLDN, BRAVO. Roldn es ordinario, de mediana edad; Bravo, persona fina, abogado joven.

CESREO. (Con emocin.) Mam, te encuentro bien. T, Mariucha, te has repuesto... Estos aires... (Avanza. Ve a don Pedro y se abrazan tiernamente.)

ALCALDE. Nos hemos permitido secuestrarle por unos 665 minutos.

ROLDN (Contratista). Perdonen los seores Marqueses...

BRAVO (Juez municipal). Los intereses del pueblo nos han hecho olvidar la felicidad de la familia. 670

DON PEDRO. Qu sorpresa, hijo; qu alegra! (Indicando la presencia de Teodolinda.) Y no es una sorpresa sola.

CESREO. (Dirigindose a Teodolinda.) Ya me dijo el Alcalde... (Corral habla con Mara; Roldn y Bravo 675 con Filomena.)

TEODOLINDA. Que estaba yo aqu? (Alargndole su mano.) Pues ha sido de lo ms casual... Yo no sospechaba...

DON PEDRO. Con piedra blanca marco esta coincidencia 680 felicsima. La alegra de verte y el honor de esta visita.

TEODOLINDA. Ya ve usted, Cesreo, cmo no se pueden hacer profecas.

CESREO. Ya, ya... (Don Pedro habla con el 685 Contratista.)

TEODOLINDA. La ltima vez que estuvo usted en mi casa sali diciendo que ya no nos veramos ms.

CESREO. Antes profetiz usted otra cosa, Teodolinda, que no fue confirmada. 690

TEODOLINDA. Tal vez... Lo que prueba que todos somos muy malos profetas. Aleccionada por la pcara realidad, que as nos desmiente, ya no profetizo, Cesreo. (Se levanta.)

DON PEDRO. (Desconsolado.) Tan pronto? 695

TEODOLINDA. Oh! no desconozco lo que son estos momentos para una familia cariosa...

FILOMENA. (Acudiendo a despedirla.) Seora, amiga ma...

CORRAL. (Aparte a Mara, con galanteo meloso.) Si 700 usted va, cmo he de faltar yo? Ir tras el lucero buscando en su brillo un rayito de esperanza.

MARA. Ay, qu empalagoso!

TEODOLINDA. (Despidindose de Mara.) Que no me falte, por Dios. No tendra yo consuelo. 705

MARA. Mil y mil gracias.

TEODOLINDA. (A Cesreo.) Y usted no querr dar un vistazo a mi fiesta?

CESREO. Imposible, Teodolinda.

DON PEDRO. Qudate, hijo... 710

CESREO. Imposible.

TEODOLINDA. Ya no le ruego ms. Cuando se obstina en hacerse el interesante...!

CESREO. Es absolutamente preciso que yo salga en el tren de las cinco. 715

TEODOLINDA. Ya: tiene que conferenciar con el Ministro. De ello depender la salvacin de la patria.

CESREO. No salvar a la patria... Quizs salve a una parte de ella.

TEODOLINDA. En fin, adis y buen viaje. Si quiere 720 comer conmigo... A la una en punto... Pero qu tonta! El corto tiempo de que dispone pertenece a la familia.

DON PEDRO. Antes que nosotros est la cortesa. Ir, Teodolinda; aceptar su amable invitacin. 725

CESREO. No, no...

TEODOLINDA. Ver usted, Marqus, cmo nos deja mal a todos. Adis, adis. (Las seoras la acompaan hasta la puerta. Corral, con oficiosa galantera, va tras ella ofrecindole el brazo para conducirla hasta la 730 calle.)

VICENTA. (Al Alcalde.) Nicols, vmonos.

ALCALDE. (Despidindose.) Seor Marqus, muy suyo siempre. Luego le explicaremos este asunto de las aguas... 735

ROLDN. El giro que quieren dar al expediente es de lo ms desatinado...

BRAVO. A todos nos preocupa hondamente...

DON PEDRO. A m tambin... a m tambin... No se aparta de mi pensamiento la trada de los diez millones... 740 digo, de las aguas, la trada de aguas...

VICENTA. (A Filomena.) Volver esta tarde... Ver ese modelo...

MARA. (Despidiendo a Vicenta.) Adis... hasta luego... 745

ROLDN. (Despidindose del Marqus.) Siempre a sus rdenes...

BRAVO. (dem.) Repito...

ALCALDE. (dem.) Felicidades. (Salen Vicenta, el Alcalde, Roldn y Bravo.) 750

FILOMENA. (Cogiendo a Cesreo del brazo.) Ven y vers cmo nos hemos instalado.

DON PEDRO. (Retenindole.) Luego ir. Dejadle un rato conmigo. (Les hace sea de que se alejen.)

MARA. Pero que sea cortito. Tambin nosotros 755 tenemos que charlar...

FILOMENA. Djale ahora. Tienen que hablar a solas. (Se va, llevndose a Mara.)



ESCENA XIII

DON PEDRO; CESREO, que se sienta, pensativo, apoyada la frente en la mano.

DON PEDRO. (En pie.) Acepta, hijo, acepta la invitacin de esa seora. 760

CESREO. Convncete, pap, de que Teodolinda es una esperanza inmensamente remota, un sueo...

DON PEDRO. Pero... en Madrid, el invierno ltimo, dijiste a tu madre...

CESREO. S, lo dije... yo soaba... cre poder traer 765 a casa la lmpara de Aladino.

DON PEDRO. T le hacas la corte.

CESREO. S.

DON PEDRO. Hubo rompimiento?

CESREO. Absoluto. 770

DON PEDRO. Iniciado por ti?

CESREO. Por ella.

DON PEDRO. Al invitarte ahora, quizs desea reanudar...

CESREO. No la conoces. Teodolinda no es toda vanidad: 775 tiene inteligencia, sentido prctico, que aprendi de los yankees. Conoce bien nuestra desgracia, el abismo de descrdito en que hemos cado... Teme el ridculo... Coquetea con sus millones, como otras coquetean con sus gracias... 780

DON PEDRO. (Suspirando, con gran desaliento.) Bien... no digo nada.

CESREO. Pero con todo... (Dudando.) Ir a comer? (Con resolucin sbita.) Ir. Qu pierdo en ello? (Se levanta.) 785

DON PEDRO. Nada pierdes... Y quin sabe si...!

CESREO. No, pap: hoy, pensar en eso es un delirio. Podra no serlo... (Meditabundo.)

DON PEDRO. Cundo? En qu caso? 790

CESREO. En el caso de que yo adquiriese la posicin poltica que busco, que creo tener ya... casi casi en la mano.

DON PEDRO. Entendido. (Impaciente.) Vete, hijo, vete. Toma el tren. Por Dios, habla con el Ministro 795 esta noche, maana...

CESREO. Esta noche sin falta.

DON PEDRO. Yo espero, tragando amargura, sufriendo humillaciones, devorando sonrojos. Pero qu importa?... 800

CESREO. (Echando mano al bolsillo para sacar su cartera.) Y a propsito, pap... Tengo muy poco dinero, poqusimo...

DON PEDRO. Pues djalo para ti, que lo necesitars ms que nosotros... 805

CESREO. Tengo lo preciso para llegar a Santamar y volverme a Madrid... Pero en Santamar est Jacinto Mondjar, que me ha ofrecido prestarme una cantidad...

DON PEDRO. Pues a la vuelta me la dars. 810

CESREO. De veras podris pasar...? (Mostrando la cartera, en ademn de abrirla.)

DON PEDRO. Pasaremos... Ms pas Jesucristo. Adelante, hijo... Por delante siempre t, el nico redentor posible de la familia. 815



ESCENA XIV

DON PEDRO, CESREO, MARA; despus FILOMENA.

MARA. (Por la derecha, entreabre la puerta y se asoma cautelosa.) Pap y hermano, no me permitiris curiosear un poquito?

DON PEDRO. Entra ya, hijita.

CESREO. (Llamndola carioso.) Ven, que an no 820 he podido abrazarte a mi gusto. (Se abrazan.) Pobre Mariucha! Recluida en este medio social tan impropio de ti, entre tanta vulgaridad!

MARA. No creas... Me acomodo perfectamente a esta vida provinciana. 825

CESREO. Pap, a todos recomiendo un exquisito cuidado de esta joya. (Con entusiasmo.) Joya, digo: cuerpo y alma de lo ms selecto que da de s la humanidad. Velad por ella sin descanso. Mariucha! (Acaricindola.) Mi Mariucha! Merece que nos desvivamos 830 por llevarla a su esfera natural, donde luzca, donde brille...

MARA. Pero, tontn, quieres llevarme a donde hay tanta luz? Si alguna tengo en m, mejor brillar en la obscuridad. 835

DON PEDRO. Ah! Veremos quin est en lo cierto.

FILOMENA. Ven, Cesreo, para que veas cmo nos hemos instalado en este medio palacio. No nos falta comodidad. 840

CESREO. Enseadme vuestra habitacin, la de Mara... (Vase con Filomena por la derecha.)



ESCENA XV

MARA; DON PEDRO, que muy excitado y hablando solo se pasea por la escena.

MARA. Papato, ests contento?

DON PEDRO. (Sin hacerle caso.) El Ministro, si es hombre agradecido, le acoger bien. Recordar que le 845 di la mano en sus primeros pasos.

MARA. Dime, papato... (Tras l sin lograr que la escuche.)

DON PEDRO. El Gobierno, la situacin en masa, la Corona, el pas... no permitirn que la casa de Alto-Rey 850 acabe de hundirse...

MARA. Pap...

DON PEDRO. Hija ma, no puedo decirte que estoy contento ni que estoy triste. Me encuentro en una expectacin solemne... 855

MARA. Ves algn horizonte? Y por fin, Cesreo...? Cuntaselo todo a tu hijita... Te ha trado...?

DON PEDRO. No he querido tomar lo poco que trae, pues sera loca imprudencia dejar inerme al guerrero que 860 se apresta al combate.

MARA. Jess, pues no ests hoy poco imaginativo!

DON PEDRO. Digo que nosotros...

MARA. (Severa.) Nosotros... 865

DON PEDRO. Nos arreglaremos.

MARA. Cmo?... Pap, por la Virgen Santsima, t olvidas el ahogo continuo de esta existencia; el afn de ayer, de hoy, de maana; la cadena de compromisos, de pequeas deudas, que oprime, que envilece... 870

DON PEDRO. A todo se atender. Recogiste las cartas?

MARA. Las recog... pensaba quemarlas.

DON PEDRO. (Vivamente.) No, por Dios.



ESCENA XVI

DON PEDRO, MARA, LEN. Hllanse el Marqus y su hija junto a la mesa. Entra LEN y dice las primeras palabras en la puerta. Trae la cara tiznada; viste traje de pana.

LEN. El seor Marqus... 875

DON PEDRO. (Aterrado, sin atreverse a mirar a la puerta, creyendo que el que entra es el Pocho.) Otra vez ese hombre!

MARA. (Mirando a la puerta.) Quin es?

DON PEDRO. (Sin mirar.) Que vuelva... que se 880 vaya!... Maana... el lunes...

MARA. (Reconociendo a Len.) Pap, si no es el Pocho!... Es nuestro vecino, el carbonero... digo, el dueo del almacn de carbones.

LEN. (Avanzando respetuoso, pero sin timidez.) 885 Molestar muy poco al seor Marqus...

DON PEDRO. Adelante... Dgame lo que guste. Es usted tmido.

LEN. Tmido no soy... Tengo otros defectos, pero se no. S hablar con personas distinguidas. 890

MARA. Oyes, pap?

DON PEDRO. (Observndole.) En efecto: su lenguaje, sus modales no se avienen con su modesta ocupacin... Y en qu puedo servirle?

LEN. Soy inquilino del almacn y vivienda de este 895 primer patio a la izquierda. Mi negocio me pide ya ensanche de local. Quisiera que el seor Marqus me arrendase toda la cruja, hasta la medianera del Juzgado municipal, desalojando el cafetn, que no paga alquiler.

DON PEDRO. Amigo mo, yo no soy el propietario: 900 lo fui.

MARA. Somos simples inquilinos, como usted... Ese seor sastre nos ha cedido esta parte no ms...

LEN. Ah! Perdone usted: yo entend que haba entregado el edificio a los seores Marqueses para que 905 dispusiesen de todo... arriba y abajo...

DON PEDRO. No, hijo mo.

LEN. As lo entend. Yo, la verdad, en el caso del Sr. Lpez, as lo habra hecho.

DON PEDRO. Gracias, amigo. 910

MARA. (Aparte a su padre.) Ves qu generoso, qu atento?

LEN. Dispnseme el seor Marqus. Mi peticin resulta una impertinencia. (Hace reverencia para retirarse.) 915

DON PEDRO. Un momento, vecino... (Con inters.) Y qu tal, qu tal ese negocio?...

LEN. Pues no voy mal, seor. El desarrollo que han tomado en Agramante las pequeas industrias, me ha favorecido mucho. 920

MARA. Vaya, vaya!

DON PEDRO. (Risueo.) Con que vamos bien, vamos bien? El trfico marcha?

LEN. S, seor: marcha a fuerza de atencin, de diligencia, de trabajo rudo... 925

DON PEDRO. (Sumamente amable.) Tendr usted su capitalito...

LEN. Empiezo a formarlo.

DON PEDRO. Bien, joven, muy bien. Y sus ahorros los ir usted colocando para obtener nuevas ganancias... 930 Bien, amigo mo. La vecindad de usted es para m muy grata.

MARA. (Con inters.) Y todo ese carbn lo trae usted de las minas, de los montes?

LEN. El mundo est lleno de tesoros, unos escondidos, 935 otros bien a la vista... Para cogerlos, hace falta mucha paciencia, mucha, porque...



ESCENA XVII

DON PEDRO, MARA, LEN, FILOMENA, CESREO.

FILOMENA. (Que viene disputando con su hijo.) No, no: en la Providencia, slo en la Providencia debemos poner nuestra esperanza. 940

CESREO. Conforme, mam. Pero de algn mediador se ha de valer la Providencia. (Van acercndose al centro. Repara en Len.)

MARA. (Presentndole.) Nuestro vecino, el comerciante en carbones... 945

LEN. (Despidindose.) Con la venia de los seores...

CESREO. (Que al verle se ha fijado en l creyendo descubrir, bajo el tizne, un rostro conocido.) Aguarde un momento, buen amigo. (Len se detiene, rgido, parado 950 en firme. Cesreo le contempla fijamente. Len, impvido, afronta su mirada.)

MARA. Qu... le conoces?

DON PEDRO. Es un trabajador bien acomodado; un excelente vecino. 955

CESREO. Parceme... (Sospechando.) Jurara... (Abandonando su sospecha.) No, no... Perdone usted... Cre... No es, no.

LEN. (Aparte al retirarse.) Dice que no soy. Tiene razn: no soy. (Hace reverencia y sale.) 960



ESCENA XVIII

MARA, DON PEDRO, CESREO, FILOMENA; despus CIRILA.

FILOMENA. Pero qu...? Has visto en l...?

MARA. (Vivamente.) Alguna persona conocida?

CESREO. Cre ver, al travs de lo negro... Os acordis de aquel Antonio Sanfelices, sobrino del Marqus de Tarfe?... 965

FILOMENA. Jess! El mayor calavera de Madrid.

DON PEDRO. No fue procesado?

MARA. S, s: Sanfelices. Pero ste no es aqul, Cesreo: es otro.

CIRILA. (Por el fondo.) Recado de esa seora doa 970 Teodolinda... Que esperan al seor don Cesreo para comer.

MARA. (Desconsolada.) Y no come con nosotros? Nuestra compaa no vale ms que el men de esa ferstica? 975

CESREO. Ha llegado el momento de sacrificar hasta los ms dulces afectos...

DON PEDRO. (Separndole de su hermana.) Vete pronto, hijo; no te hagas esperar.

CESREO. Voy, s. (A Filomena y Mara.) Y no 980 partir sin volver ac. Seguro, seguro. (Dirgese al fondo. Filomena y Mara van con l, prodigndole carios. Permanecen en la puerta despidindole.)

DON PEDRO. (Junto a la mesa, a la izquierda.) Cirila. 985

CIRILA. Seor.

DON PEDRO. No te descuides en traer un buen trozo de carne para rosbif...

CIRILA. (Con expresin lastimera, indicando la escasez de recursos.) Seor, considere... 990

DON PEDRO. Considero, considero... que no puedo pasarme sin una alimentacin muy slida.

CIRILA. Yo cuidar, seor; pero tenga en cuenta...

DON PEDRO. (Propendiendo a la irascibilidad.) No ha de faltar crdito... Y suceda lo que quiera, he 995 de consentir que la anemia me devore?

CIRILA. (Aparte.) Dios nos tenga de su mano. (Dirgese a Filomena: sta y Mara vuelven de despedir a Cesreo.)

MARA. (Llorosa.) Es una ingratitud... 1000

FILOMENA. Hija, si as conviene... (A Cirila.) Comeremos. (Van hacia la derecha.)

CIRILA. Seora, no sabe...? (Le cuenta que don Pedro pide rosbif, etc. Vanse por la derecha.)



ESCENA XIX

MARA, DON PEDRO; despus FILOMENA.

DON PEDRO. Mara, irs esta noche a la fiesta de 1005 Teodolinda.

MARA. (Resignada.) Si vieras, pap, qu sacrificio es para m...!

DON PEDRO. No me repliques. (Vivamente.) Ah! lo principal se me olvidaba. No mandes por ahora esas 1010 cartas.

MARA. Oh, cunto me alegro! (Las saca del bolsillo.)

DON PEDRO. Es que... he pensado... Se mandar slo una. (Toma las cartas y escoge una entre ellas.) 1015 sta: la reproduces, variando el nombre...

MARA. (Suspensa.) Y qu nombre se pone?

DON PEDRO. El de nuestro amable y simptico vecino...

MARA. (Con gran asombro.) El de la cara negra! 1020

DON PEDRO. Vers cmo se no me desaira.

MARA. (Con ansiedad.) Pero qu piensas?... Cul es tu plan? Cmo te atreves a solicitar...? Y si luego...! Explcame, pap, por Dios...!

DON PEDRO. (Con gran confusin en su mente.) 1025 No puedo explicrtelo!... Siento en mi cabeza un desvanecimiento, una debilidad... Principio de anemia, por causa de la alimentacin insuficiente.

MARA. Oh!

DON PEDRO. Mandars la carta? (Mara permanece 1030 muda, en profunda meditacin. Pausa.) Contstame.

MARA. (Con resolucin animosa, alzando la cabeza.) S.

FILOMENA. (En la puerta de la derecha.) Pero no 1035 vens a comer?

DON PEDRO. S... tengo un apetito...! (Dirgese a la puerta. Mara permanece inmvil, meditabunda.)

FILOMENA. (A Mara.) Y t, Mariucha?... qu haces, qu piensas? 1040

MARA. Nada. (Impetuosa, despus que les ve alejarse.) La muerte, Seor, dame la muerte, o ensame cmo hemos de vivir!



ACTO SEGUNDO

Cruja baja del patio claustrado en el palacio de Alto-Rey. Todos los huecos de la galera estn cubiertos de cristalera antigua emplomada, a excepcin del ms prximo a la derecha, que es entrada de una glorieta cerrada, en su parte interior, por enrejado cubierto de enredaderas. Dicha glorieta se supone hecha para ocultar aquel lado del claustro que est en ruinas. Al extremo derecho de la galera est el arranque de la escalera que conduce a las habitaciones altas de los Marqueses; al izquierdo puerta practicable por la cual se sale al centro del patio y a la calle.

En la casa de la izquierda, puerta y reja del almacn de carbn.

Bancos de piedra arrimados a los cristales. Es primera hora de la noche. Claridad viva de luna llena ilumina la glorieta y arranque de la escalera, y la parte derecha del escenario.



ESCENA PRIMERA

LEN, CIRILA, que salen por la izquierda. LEN con la cara lavada.

LEN. Est usted segura de lo que dice? Reptamelo.

CIRILA. Otra vez?

LEN. Es tan extraordinario, tan fuera de lo comn, el mensaje trado por usted, que... Odo ya tres veces, 5 no me determino a creerlo.

CIRILA. Pues a la cuarta va la vencida. Mi seorita, la seorita Mara, hija de los seores Marqueses de Alto-Rey... Duda usted de que exista mi seorita?

LEN. No puedo dudar de lo que he visto. Lo que 10 dudo es que...

CIRILA. No se llama usted Len, don Len o el seor Len? No tiene la cara negra?

LEN. Ya me he lavado... Mreme bien.

CIRILA. Bueno: es usted el sujeto con quien hablar 15 desea.

LEN. Aqu?

CIRILA. La seorita ir esta noche a esa gran fiesta en casa de...

LEN. Ya... 20

CIRILA. Mis amos, para que la seora Alcaldesa no se moleste en venir a buscarla, han determinado que yo la lleve a casa de la seora Alcaldesa... ah enfrente... La seorita baja conmigo... la espera usted... Por aqu, segn veo, no pasa a estas horas un alma... 25

LEN. Nadie. El Juzgado municipal est cerrado de noche.

CIRILA. Hablan la seorita y usted... delante de m...

LEN. Hablamos... hablar ella, y me dir... Perdone usted: esta confusin y estas dudas mas provienen 30 de la obscuridad y del acento turbado con que usted se expresa. Usted entr en mi casa diciendo que traa una carta para m... Despus...

CIRILA. (Interrumpindole.) Porque la seorita me dio la carta para el seor Len, y apenas la puso en mis 35 manos, me la arrebat dicindome: No, no: nada de carta. Aunque es muy penosa esta declaracin hablada, prefiero... (Sintiendo rumor en la escalera.) Ah! ya viene. (Mara desciende cautelosa, aplicando el odo, mirando a todos lados. Detinese a cada peldao, con temor 40 y ansiedad. Viene vestida para la fiesta nocturna, con traje de extraordinaria elegancia y riqueza. Sombrero; abrigo de verano. La luna llena ilumina la hermosa figura.)



ESCENA II

LEN, CIRILA, MARA.

MARA. Aqu est... Me espera. (Parada en el primer peldao, temerosa.) Oh! no me atrevo... le dir 45 que se vaya, que me equivoqu... Es necedad, locura...

CIRILA. (Se acerca a ella, secreteando.) Te aguarda... Qu... temes?

MARA. (Rehacindose.) Ay, s!... Pero ms que mi miedo podr el tesn del alma ma. Lo que resolv 50 despus de mucho meditar, debe hacerse, se har... Inspreme Dios y fortalzcame. Cirila, t te sientas aqu para avisarme si alguien de casa...

CIRILA. S, s: yo estar al cuidado... (Se sienta en el primer peldao.) 55

MARA. (Aparte, avanzando.) Es bueno, es generoso... Nos atender... Con esta esperanza me aventuro...

LEN. (Respetuoso.) Seorita... estoy a sus rdenes.

MARA. Gracias... Si me he permitido molestarle... (Aparte.) No s cmo empezar. Estudi un principio 60 muy oportuno... y ya se me ha ido de la memoria...

LEN. Para m es grande honor...

MARA. (Aparte recordando.) Ah! ya... (Alto.) Pues mi padre... (Aparte.) No era esto... (Alto.) Mi hermano... 65

LEN. Su hermano de usted hizo esta maana un reconocimiento minucioso de mi fisonoma. Le estorbaba un poco la mscara de carbn que llevaba yo entonces...

MARA. Signo, emblema de un trabajo honrado. (Aparte.) Me parece que voy bien. Debo ganarme su 70 voluntad. (Alto.) Mi hermano crey ver en su cara de usted cierto parecido con un muchacho de Madrid... un mala cabeza, que dio mil escndalos y cometi... no s qu diabluras... Realmente no existe semejanza.

LEN. Que no existe semejanza? Y usted lo 75 afirma?

MARA. (Principiando a sospechar, mirndole atenta.) S... yo... conoc al tal. Verdad que no recuerdo bien su fisonoma. Por eso dije luego: No es aqul, Cesreo; es otro. 80

LEN. Su hermano de usted, creyendo ver en esta cara facciones conocidas, estaba en lo cierto. Soy Antonio Sanfelices.

MARA. (Retrocediendo asustada.) Oh, Dios mo! Usted... Perdneme si he dicho... (Aparte.) Ay! 85 ahora la he hecho buena.

LEN. No tengo por qu perdonarla. Sosiguese usted.

MARA. No haga usted caso... Juzgando por lo que o, dije... 90

LEN. Si ha estado usted excesivamente benigna en la calificacin de mis actos! Diabluras ha dicho. Fue algo ms... Si quiere usted atenuar mis faltas, diga: complicidad irreflexiva en delitos graves.

MARA. (Asustada.)Ay, Dios mo! Yo no digo 95 nada, ni s nada de eso... Y no tema que yo le delate, ni que descubra su verdadero nombre.

LEN. En realidad, no tengo ya por qu ocultarlo. Len es mi segundo nombre de pila. Lo adopt como primero en los das ms horrendos de mi vida, cuando, 100 abandonado por unos, de otros perseguido, me vi solo, encadenado a mi conciencia, frente al mundo inmenso, que me pareci el conjunto de todas las iras contra m. Hoy conservo este nombre porque en l veo la forma bautismal de mi regeneracin. Usted, con divina perspicacia, 105 acertaba cuando dijo: No es aqul, Cesreo; es otro.

MARA. (Reflexiva.) Es usted otro.

LEN. El hombre lleva en s todos los elementos del bien y del mal. Excelentes personas han cado en la 110 perdicin; santos hay que fueron perversos.

MARA. Si es usted de estos ltimos, djeme que le admire.

LEN. Merezco quizs el respeto de usted; admiracin, no. 115

MARA. La desgracia, tal vez la miseria, le han obligado a luchar; la lucha le ha redimido: no es eso?

LEN. Criado fui en la holganza... Puedo decir que no tuve padres, porque murieron dejndome muy nio. Hombre ya, hered una fortuna, que vino a mis manos 120 cuando la compaa de amigos, peores que yo, me haba educado ya en los vicios de la disipacin y el juego, en el menosprecio de toda rectitud... Corr desvanecido por el mundo, ciego y desmandado. Este vrtigo, este correr loco, forzosamente haban de precipitarme al 125 abismo. Mis amigos iban delante, ms ciegos que yo. Si el dinero nos faltaba, qu arbitrios, qu combinaciones depravadas para procurrnoslo! Por fin, la escasez nos arrastr a la desesperacin, la desesperacin a la ignominia, sta al escndalo, y el escndalo nos estrell 130 contra la justicia, y nuestros nombres fueron oprobio de familias respetables.

MARA. (Con estupor candoroso.) Jess! Y por qu, dgame, por qu fue usted tan malo?

LEN. igame, seorita, y vea toda mi maldad. Un 135 compaero mo de aquellas locuras discurri... poner en un documento de crdito una firma que no era la suya. (Movimiento de reprobacin en Mara; protesta viva de Len con mirada y gesto.) Yo no lo hice... me repugnaba. Mi complicidad consisti en que pude evitar el fraude, y 140 no lo evit... por el provecho momentneo que de l tuve. Mi aturdimiento fue causa de que el menos culpable, yo, apareciese ms recargado de responsabilidad y...

MARA. (Vivamente.) De todo eso tengo yo una idea 145 vaga... En Madrid, por unos das, no se habl de otra cosa. Su to de usted, el Marqus de Tarfe...

LEN. Mi to, que hasta entonces no se haba cuidado de m, se mostr grande, generoso y justiciero ante la deshonra que yo arroj sobre la familia. Con su dinero 150 fue cancelado el infamante documento; por gestin suya fue sobreseda la causa que se nos form; y tratndome con severidad cruel, no tan cruel como yo mereca, me dio lo preciso para irme a Cdiz, donde un amigo suyo tena el encargo de embarcarme para Amrica. 155

MARA. Eso entend... que se haba ido usted a Montevideo, al Brasil, no s... Siga.

LEN. Pero estoy importunando a usted con mi triste historia, impidindole...

MARA. (Vivamente.) No: si eso me interesa ms 160 que nada. Cuente... Se embarc usted...

LEN. A embarcarme iba; pero en el camino ca enfermo, y en mi enfermedad y en mantenerme gast el dinero que llevaba. Solo, vagabundo, sin ms amparo que el Cielo arriba, mucha tierra por delante, entr en 165 relaciones con mi conciencia, y empec a creer que un hombre nuevo alentaba en m.

MARA. (Con intensa curiosidad.) Pero cmo viva, cmo pudo arreglarse? Cunteme esa parte de su historia... 170

LEN. Le agrada a usted?

MARA. Es muy bonita... digo, es la ms interesante...

LEN. Y la ms terrible. No podr usted, con todos los atrevimientos de su imaginacin, reconstruir las torturas 175 mas, la fatiga inmensa, el angustioso via crucis tras la caridad pblica, la miseria, los ultrajes... Pero todo esto era necesario para que naciese el hombre nuevo, y all naci, en aquel vivir doloroso...

MARA. Refirame todo, sin omitir nada. (Se sienta 180 en el banco de piedra, y escucha poniendo toda su alma en el relato.)

LEN. Pues mire usted, ni aun en los trances de mayor desesperacin me decid a quitarme la vida.

MARA. No pens usted en suicidarse? 185

LEN. S pens alguna vez; pero en el momento de consumarlo, me detena... Me daba lstima de matar al hombre nuevo... Me pareca que mataba a un nio.

MARA. (Identificndose con la idea.) S, s: lo comprendo, lo siento yo... Siga. 190

LEN. Sin norte ni rumbo, yo atravesaba sierras, valles, estepas... Caridad encontr en algunos lugares; en otros desprecio, palos, burlas...

MARA. (Compadecida.) Ay, qu hambres pasara, pobrecito! 195

LEN. He recogido sobras de las cocinas ms miserables; los pastores me han dado a rebaar sus sartenes.

MARA. Y andando, andando siempre, con su cruz a cuestas.

LEN. Con mi cruz... y con mi conciencia, que ya 200 no me pona cara muy adusta.

MARA. Ya le sonrea, le alentaba... Y usted siempre adelante.

LEN. Hasta que llegu a las minas de Somonte. All ped trabajo. Me lo prometieron... Entre tanto, 205 ayudaba a los carreteros a cargar carbn.

MARA. Y as viva...

LEN. All tuve el primer dinero ganado por m; pero con qu trabajos!... Un da se muri de viejo un pobre borrico que trabajaba con un carro pequeo. 210 Yo lo sustitu.

MARA. Jess!

LEN. Y tirando de mi cargamento, aqu lo traje. Fue la primera vez que entr en Agramante... Volv a la mina. Un secreto instinto, algo como una naciente 215 vocacin del hombre nuevo, mova mi voluntad, mova mis manos a una ocupacin que era mi mayor gusto... Cuando los carros se ponan en camino, yo recoga los pedacitos de carbn que caan al suelo. Recogiendo y acopiando toda aquella miseria esparcida, llenaba yo 220 una cesta de carbn, que venda luego en los pueblos prximos...

MARA. (Maravillada.) Oh, qu paciencia, Dios mo!

LEN. En mi afn de llenar la cesta, yo no me contentaba con recoger los pedacitos: quera recoger hasta 225 los tomos...

MARA. (Identificndose con la idea.) Los tomos! Es lo que yo digo: cuando pasa un tomo, cogerlo...

LEN. En esto, yo haba escrito a mi to explicndole mi deplorable situacin: yo estaba descalzo, harapiento. 230 Por toda respuesta, me mand a esta villa tres cajas en pequea velocidad, porte pagado. En ellas vena toda mi ropa.

MARA. Oh, qu bien! Por lo menos, se remedi usted de su mayor falta. Y qu hizo entonces? Se 235 puso usted su ropita y...?

LEN. No, seorita. De qu me serva todo aquel matalotaje tan impropio de mi estado msero? Salvo algunas prendas y el calzado ms cmodo, vend toda mi ropa. 240

MARA. Oh, qu feliz idea!... La ropa elegante...

LEN. La vend por lo que quisieron darme. Y qu hice? Me fui a la mina y compr cuatro toneladas de carbn.

MARA. (Animndose, se levanta.) Bravsimo, seor 245 hombre nuevo!

LEN. Pagu mi carbn a toca-teja: lo traje ac, parte en carro, parte en un borrico, y algo tambin a hombros, en una cesta...

MARA. Y lo vendi y gan dinero. 250

LEN. Antes de veinte das pude comprar un carro.

MARA. (Gozosa.) Ya veo, ya veo... Se le revelaba a usted un mundo.

LEN. Me senta poseedor de cualidades nuevas, de ideas nuevas, de nuevas aptitudes... Buscaba en m, 255 por curiosidad, al hombre antiguo, y no lo encontraba. Aqu de la expresin de usted, que me llega al alma: No es aqul, Cesreo; es otro.

MARA. Su historia, seor mo, me conmueve, me anonada. La veo no menos maravillosa que las vidas de 260 santos y que las empresas de los conquistadores ms atrevidos. Lo dems...

LEN. Lo dems apenas necesita explicaciones: honradez intachable; trabajo continuo noche y da; diligencia, prontitud, buena fe; cumplimiento exacto, 265 infalible, de todo compromiso comercial... conciencia tranquila, robustez, salud...

MARA. (Suspira hondamente.) Cuntos bienes despus de tanta adversidad!

LEN. Y ahora, seorita, desenmascarado absolutamente 270 el vecino negro, dgame usted en qu puedo servirla.

MARA. (Aparte.) Despus de orle, siento ms vergenza que antes. (Alto.) No soy digna de acercarme a usted con la pretensin de... No, no puedo decirlo... 275 Usted ha turbado mis ideas... Yo le crea un hombre inferior... y ahora es usted tan grande que casi no me atrevo a mirarle. (Inquieta, recorre la escena.) Oh! no, imposible. Debo retirarme. (Llamando en voz baja.) Cirila. (Acude sta a su lado.) No me atrevo; siento 280 una vergenza...!

CIRILA. En casa no duermen. Tu pap se pasea de sala en sala. Debemos irnos.

MARA. (Dudando.) No, no: aguarda... Dios mo, qu ansiedad! 285

LEN. Estamos solos, seorita. Puede explicarme...

MARA. No, no, Len: me falta valor. Soy una pobre seorita mal educada, incapaz de resolver cosa alguna... Lo que yo pretenda, lo que me impuls a llamarle, es algo que a sus ojos me rebajara, y yo no quiero rebajarme 290 a los ojos de usted, de quien ha sabido ser creador de s mismo. Hgase usted cuenta de que no le llam, de que no nos hemos visto, y retrese... Le suplico que se retire.

LEN. (Con calma, que encubre una calculada expectacin 295 y deseos de penetrar en las ideas de Mara.) Bien, seorita, en ese caso... (Con gran lentitud.) Si es deseo de usted que me retire... ponindome siempre a sus rdenes... (Se va retirando muy despacio, parndose y volviendo la cabeza.) me retirar. 300

MARA. (Con sbito arranque.) Len. (Aparte a Cirila.) S, s: lo dir... es preciso. Me volvera loca si no lo dijese. Ello es ridculo, humillante; pero qu importa? (Alto.) Usted comprender que no es por m... que obligada me veo por... Hay duras necesidades... 305 que abruman...

CIRILA. (Aparte a Mara.) ngel, dilo pronto, en dos palabras, para que acabe tu agona.

MARA. (Con gran esfuerzo.) Mi padre, mi familia...

LEN. Yo har menos violenta esa manifestacin, 310 anticipndome...

MARA. S... hable usted por m...

LEN. El Marqus se halla en situacin precaria... Lo s: he visto alguna carta dirigida por el seor Marqus a personas de la villa... 315

MARA. Oh, qu vergenza! (Premiosa, trmula.) Mi padre me orden que escribiese a usted una de esas cartas... la escrib... Luego me pareci, vindole a usted tan humilde, que de palabra... sera mejor... Perdone usted mi atrevimiento. Mi padre es bueno; 320 slo que el pobrecito suea con engrandecimientos y regeneraciones que no vienen, que no vendrn... Es bueno, y mi madre una excelente seora, y mis hermanitos... (Sollozando) son muy buenos tambin... estn... en el colegio... Tenga compasin de nosotros... En mi 325 casa se ha llegado a una situacin tan... no s cmo decirlo... tal vez usted no lo crea. (Ms ahogado el sollozo.) Yo procuro ocultar a mi padre la terrible verdad de nuestra miseria. Yo sola la s, yo y Cirila, que ms que mi criada, es mi amiga. Los dems viven en 330 un mundo de ilusiones, de mentiras... Mi hermano los mantiene en el engao... Nos hundimos; rodamos al precipicio, a la abyeccin... Esto lo veo yo... lo veo... pero no puedo remediarlo, no s remediarlo... no s, no s... (Rompe en llanto. Cirila llora tambin en 335 silencio.)

LEN. Es en usted mrito grande ver la situacin en su realidad terrible, mirarla cara a cara...

MARA. (Ms serena.) S, seor... la miro... cara a cara. 340

LEN. Herona es usted, y est llamada a entrar en batalla con las mayores desdichas... Pero usted tiene un corazn grande, un corazn valiente, verdad?

MARA. Quiero tenerlo.

LEN. Usted no se acobarda ante ningn obstculo. 345

MARA. No. (Secndose las lgrimas, animosa.)

LEN. Y posee entereza bastante para permanecer serena ante un contratiempo, ante un golpe de adversidad... como el que yo voy a darle en este momento.

MARA. (Aterrada.) Usted... un golpe! 350

LEN. Dicindole, como le digo, que no puedo socorrer a su familia. (Mara permanece en muda expectacin.) No podr esta noche, ni maana... ni en algunos das podr.

MARA. (Aparte consternada.) Humillacin, espantosa 355 ridiculez! (Llvase las manos al rostro.)

LEN. Cunto me aflige mi negativa, slo Dios lo sabe! (Decidindose a presentar el asunto en su realidad descarnada.) Pero a una persona tan inteligente debo yo completa sinceridad... Suprimo las explicaciones sentimentales 360 de mi conducta, y dar a usted tan slo las que deben hablar a su razn. (Mara contina expresando el trastorno de su desengao.) Hace un mes, viendo claro un desarrollo grande de mi trfico, hice a la mina un pedido de consideracin. El nuevo ferrocarril me trajo 365 seis vagones, luego ocho, luego ms. He colocado ya la mayor parte... Maana, 10, es el da fatal, el vencimiento de las obligaciones que contraje. Gracias a mi puntualidad, tengo crdito en la Compaa Minera. La falta de pago me hundira, me hara perder en un instante 370 la reputacin mercantil adquirida con mprobo trabajo y privaciones de que usted no puede tener idea.

MARA. (Atnita, pero identificndose con las ideas de Len.) S, s: ya entiendo.

LEN. All (Sealando a su casa.) tengo apilada, billete 375 sobre billete, duro sobre duro, la cantidad que he de pagar maana. No me ha sobrado nada. Quiere usted que le traiga la suma que all espera... para el pago de una deuda sagrada y para la sancin de mi crdito? (Pausa.) 380

MARA. (Despus de una vacilacin momentnea, dice con voz firme:) No.

LEN. Es usted fuerte, animosa. (Gozoso.) Veo que si yo soy de hierro, usted tambin.

MARA. Yo? (Con grave acento y conviccin.) Si 385 Dios me concede lo que le pido, el bronce ser menos fuerte que yo, y el acero menos templado.

LEN. Mujer grande!

MARA. Mujer... del tamao de los acontecimientos, considero muy bien las razones que usted me da para... 390 En fin, que no desmerezca yo a sus ojos; que no me crea... no s qu iba a decir... y procure usted olvidar esta entrevista...

LEN. Eso nunca. Espero que, en un da prximo, podr ser menos cruel que he sido esta noche. 395

MARA. (Turbada.) Gracias, infinitas gracias. Retrese usted... Tiene ocupaciones... Yo tambin.

LEN. S... debo retirarme. (Le hace reverencia. Aljase lentamente; la contempla a distancia. Aparte.) Dura leccin es sta!... Terrible leccin! Aprovchala. 400 (Contina observndola. Acrcase Cirila de nuevo a Mara, con nimo de consolarla.) Desdichada vctima social, lucha, padece y vencers. (Entra en su casa.)



ESCENA III

MARA, CIRILA; despus VICENTA.

CIRILA. Nia del alma, no te acobardes. Poco amable y nada generoso ha estado el vecino. Probaremos 405 con otros. (Saca la carta.) Con variar el nombre...

MARA. (Vivamente, mirando a la parte obscura de la escena por donde ha desaparecido Len, arrebata a Cirila la carta y la estruja.) Acbese esta ignominia. (Rompe la carta y arroja los pedazos. Aparece Vicenta por la 410 puerta del patio. Viste traje para la fiesta.) Su proceder duro, casi brbaro, es para m un aviso del Cielo. Admiro en ese hombre la severidad de un maestro inflexible.

VICENTA. (Aparte.) Aqu Mara!... y qu elegante!... 415

CIRILA. La seora Alcaldesa.

MARA. (Aparte a Cirila.) Aprtate... Vigila en la escalera. (Cirila se aleja por la derecha, cautelosa, y aguarda sentada en el primer peldao.)



ESCENA IV

MARA, VICENTA.

VICENTA. Mara... querida! Usted, impaciente por 420 mi tardanza, ha bajado a esperarme.

MARA. S: esperaba a usted...

VICENTA. Vengo retrasada. Cosiendo hasta muy tarde hemos estado mi hermana y yo con el dichoso arreglo. (Mostrando su vestido.) Yo quera que lo viese su mam. 425

MARA. Mam se acuesta muy temprano.

VICENTA. (Girando sobre s.) Qu tal estoy?...

MARA. (Riendo.) Horrible! No poda usted discurrir un arreglo ms desatinado.

VICENTA. Oh, qu pena me da usted!... Pero ya 430 no tiene remedio... Vmonos.

MARA. No: yo no voy. Despus de vestida, decido no ir.

VICENTA. Entonces, qu haca usted aqu?

MARA. Salamos... (Sin saber qu decir.) bamos a 435 casa de usted para que me viese...

VICENTA. (Deslumbrada por la elegancia y riqueza del atavo de Mara.) Oh, suprema elegancia! Est usted divina, ideal.

MARA. Vea usted, Vicenta: con un traje como ste 440 debiera usted presentarse esta noche en los jardines de Teodolinda, iluminados a giorno. Una toilette as es lo que a usted le corresponde, por su posicin, por su natural elegancia y belleza... y no ese adefesio barato, que va pregonando las hechuras de casa y el aprovechamiento 445 de trapitos. (Burlndose.) Pobre amiga ma! No puede usted imaginar qu lstima le tengo.

VICENTA. (Consternada.) No me lo diga usted ms, porque hago lo que usted: no ir.

MARA. (Vivamente.) No, no, Vicenta. Usted no 450 puede faltar. Qu se dira! No, no... De ninguna manera...

VICENTA. Vaya que es desdicha! No tan bueno como se, pero elegantsimo tambin y de gran novedad, es el vestido que yo encargu. (Furiosa.) Ay, 455 qu bribona de modista; era cosa de arrastrarla!...

MARA. (Imitando su furia.) De sacarle los ojos. S, porque con su informalidad la pone a usted en un ridculo espantoso. Yo lo siento tanto como usted, y estoy pensando que... (Pausa.) 460

VICENTA. (Con gran ansiedad, reparando en todas las partes del hermoso vestido.) Qu, hija ma?

MARA. (Gozando con la ansiedad de Vicenta.) Pienso... que con este traje estara usted encantadora, Vicenta. 465

VICENTA. Oh, s...!

MARA. Y qu golpe dara usted si con l se presentara en el baile! Usted imagnese la grandiosa decoracin del parque y jardines... los focos elctricos, que darn a las mujeres bien vestidas un aspecto ideal, fantstico... 470 y por fondo el follaje verde, salpicado de lucecitas...

VICENTA. (Entusiasmada.) Oh, incomparable! Creeran que es el vestido que encargu a Madrid... Mara, amiga del alma, es cierto lo que sospecho? 475 Me dice el corazn que usted, con su generosidad sin ejemplo, se digna prestarme... (Mara hace signos afirmativos, lentamente.) Oh, qu alegra! Con que...?

MARA. (Empezando a ponerse grave.) Hay algn 480 inconveniente.

VICENTA. Cul?

MARA. Yo le prestara a usted con mucho gusto mi traje... pero... si luego me lo ven a m, qu dirn!

VICENTA. (Desconsolada.) Ah, s...! no haba 485 cado...

MARA. No debo prestar a usted mi vestido, no... Pero... por otro medio podra lucirlo. (Pausa, expectacin de Vicenta.)

VICENTA. Cmo? 490

MARA. Comprndolo.

VICENTA. (Asustada, cruzando las manos.) Mara!

MARA. Vendo esta ropa, que es absurda, irrisoria, en la humilde situacin a que ha llegado mi familia. Mi padre es pobre, tan pobre que no lo son ms los que 495 mendigan en las calles. Ya no hay forma de disimular ni encubrir nuestra descarnada miseria...

VICENTA. (Compadecida.) Pobre amiga de mi alma! Qu pena!... S: compro el vestido... compro todo: traje, sombrero, abrigo... Pero ello ha de ser para 500 ponrmelo y lucirlo esta noche.

MARA. Tiene usted tiempo.

VICENTA. (Con gran impaciencia.) Pero no podemos descuidarnos.

MARA. Esprese un poco. An tenemos que 505 estipular...

VICENTA. Naturalmente, el precio.

MARA. Que no puede ser corto. Usted, seora rica y de buen gusto, puede apreciar... Fjese bien: este traje es de Redfern, el primer modisto de Pars... 510

VICENTA. Ya se conoce.

MARA. Rue de Rivoli, 242. Viste a la Emperatriz de Rusia y a la Reina de Inglaterra.

VICENTA. Y ser carsimo.

MARA. Usted figrese... Mis padres encargaron y 515 pagaron estos lujosos trapos dos meses ha, cuando ya eran pobres, casi miserables. Lo que ellos dieron entonces a la vanidad, justo es que la vanidad se lo devuelva.

VICENTA. Amiga ma, me hago cargo de las circunstancias, y s que me obligan a ser generosa. Fije usted 520 un valor razonable, teniendo en cuenta que es prenda usada, y no regatearemos. (Impaciente porque Mara se quite el vestido.) Y ahora... Porque los instantes vuelan, Mara. El precio y pago lo arreglaremos maana.

MARA. Perdone usted, Vicenta. Los malditos maanas, 525 causa de tantos desrdenes, estn abolidos...

VICENTA. Por quin?

MARA. Por m. Me propongo cambiar radicalmente mi modo de ser. Ya no soy aqulla, soy otra. La gravedad, la urgencia del caso exigen que esta noche quede 530 todo resuelto y concluido: la entrega de la ropa, el pago, etc... No he de ser exigente. De lo que costaron a mi padre este rico traje y sus accesorios... ya usted ve: todo nuevecito... slo una vez me lo puse en Madrid,... rebajo la mitad. 535

VICENTA. Bien.

MARA. Si usted quiere lucirlo esta noche hacindolo pasar por el que encarg a Madrid, tiene que darme...

VICENTA. Cunto? 540

MARA. (Con energa.) No maana, maana no, esta noche misma, ahora, corra usted a su casa, que est bien cerca, dos pasos, y trigame... cuatrocientos duros.

VICENTA. (Confusa, sin saber qu hacer.) Pero... ver usted... el caso es que esta noche... Naturalmente, 545 no voy a decirle a Nicols... Quizs se opondra.

MARA. Pues entonces, no hay trato.

VICENTA. Maana, amiga ma... ma...

MARA. (Cortndole el concepto.) No hay amiguitas, ni carantoas, ni maanas, ni nada de eso. No sabe 550 usted que soy de bronce?

VICENTA. Ya lo veo, ya... Pero... No s cmo arreglarlo... (Con una idea salvadora.) Ah! Si usted se aviene a recibir esta noche la mitad, un poquito menos... Sin enterar a Nicols ni a nadie, puedo disponer ahora 555 mismo de unas novecientas pesetas.

MARA. Acepto, siempre que usted me d formal promesa de entregarme el resto antes de las veinticuatro horas... mil cien pesetas.

VICENTA. Justas y cabales. Pero no perdamos tiempo... 560 Corro a casa... Nicols, a quien dije que iramos juntas, ya est all. Luego le dir: no sabes? lleg el vestido... Y maana le cuento... En fin, yo lo arreglar... tardar tres minutos... Que cuando yo venga, est usted despojada... Subir a su casa? 565

MARA. No: espreme aqu. (Se quita el abrigo y sombrero.)

VICENTA. A prisita, a prisita, para que yo tenga tiempo... (Vase corriendo por el patio.)



ESCENA V

MARA, CIRILA; despus DON PEDRO, dentro.

CIRILA. (Deteniendo a Mara que se dirige a la escalera, 570 llevando en la mano sombrero y abrigo.) No subas: tu pap, inquieto y desvelado, con el torbellino de sus ilusiones, no hace ms que pasear por toda la casa, y a ratos sale a la galera alta.

MARA. (Indicando la glorieta, junto a la escalera.) 575 Pues aqu mismo. (Entrega a Cirila el abrigo, el sombrero.) Sube corriendo y traeme un peignoir. Si te preguntan... di... cualquier cosa, que lo piden la Alcaldesa y su hermana para modelo.

CIRILA. Voy. (Presurosa sube a la casa.) 580

MARA. (Sola desabrochndose.) Qu agradecida estoy a ese hombre! Su negativa me ha puesto en el verdadero camino. (yese la voz de Don Pedro, que en la galera alta llama.)

DON PEDRO. Cirila, Cirila! 585

MARA. (Con voz muy queda, gozosa.) Seor Marqus, seor papato, ya tenemos dinero.

DON PEDRO. Pero dnde se mete esa...?

MARA. Y sin pedir nada a nadie.

CIRILA. (Baja rpidamente con la prenda pedida.) 590 Aqu est. (Sealando la galera alta hacia el fondo.) Ya se ha cansado de llamar; ya se va.

MARA. (Cogiendo el peignoir.) Dme. (A Cirila que fija la vista en la reja y puerta de la casa de Len.) Qu miras? 595

CIRILA. Parecime ver los ojos del hombre negro acechando tras de la reja.

MARA. Ilusin tuya. (Entra en la glorieta. Cirila le desabrocha el vestido.) Nadie ms que t ver el nacimiento de la mujer nueva. (Gozosa.) Cirila, abrzame. 600

CIRILA. Ests contenta?

MARA. No lo ves?... No notas t que el mundo todo se ha transformado? No, t no lo notars.

CIRILA. Es tu alegra.

MARA. No: es el mundo que me sonre y me dice: 605 Soy muy grande. Estoy lleno de tesoros... Ven, toma para ti lo que encuentres, que no sea de los dems. Recoge todo, recoge los tomos...

CIRILA. Vaya, no delires t ahora. (Ayudndola a cambiar de ropa.) 610

MARA. (En la glorieta habr un trozo de follaje, tras el cual se oculta Mara al desprenderse de la falda y cuerpo.) Es la sociedad que me dice: Mrame: no soy toda egosmo, no soy toda vanidad y mentiras. Estoy llena de virtudes: bscalas, y en ellas encontrars la vida. 615

CIRILA. Es tu ilusin de sustentar a la familia.

MARA. Es Dios que me dice: Soy la voluntad que hizo el mundo. A ti te di la existencia, y por redimirte sufr martirio. Adrame Redentor y mrtir... Adrame tambin Creador. (Vuelve Vicenta presurosa por el 620 fondo. Busca a Mara en el sitio donde la dej. De la glorieta sale Mara completamente transformada.)



ESCENA VI

MARA, VICENTA, CIRILA.

CIRILA. Aqu, seora.

VICENTA. (Llega junto a Mara y le entrega los billetes.) Aqu est. Cuntelo... 625

MARA. (Toma los billetes sin mirarlos.) Gracias, amiga ma.

VICENTA. Y cmo no ha subido usted?...

MARA. No conviene que se enteren. No pierda usted tiempo, Vicenta. 630

VICENTA. (Muy impaciente.) S: me vestir al instante. (Recoge la ropa.)

MARA. (Coge la mano de Vicenta y la retiene entre las suyas.) Ahora, jreme por la salud de sus hijos que me dar lo restante... 635

VICENTA. Antes de las veinticuatro horas.

MARA. Jreme tambin que me guardar el secreto.

VICENTA. Mi marido y mi hermana tienen que saberlo.

MARA. Pero nadie ms... Jremelo.

VICENTA. Nadie ms. Por la salud de mis hijos. 640

MARA. Bueno: adis. Lleva usted todo?

CIRILA. Cuerpo, falda... (Le va entregando todo.)

MARA. Sombrero, abrigo...

VICENTA. (Recogiendo todo cuidadosamente.) Est bien. 645

MARA. Estar usted...

VICENTA. (Con entusiasmo.) Oh, elegantsima! Adis. Hasta maana. (Vase corriendo.)

CIRILA. (Despus de mirar por la escalera.) Podemos subir. Tu pap se ha retirado. Nos meteremos en mi 650 cuarto.

MARA. S. (Contemplando los billetes.) Dinero de mi pobreza, ya estamos aqu frente a frente t y yo... Qu quieres decirme al venir a m? Que desde que te inventaron los hombres eres muy malo, y que por malo 655 te han puesto innumerables motes injuriosos... que revuelves todo el mundo y originas infinitos desastres... Ah! ya veremos eso... Conmigo no juegas. No sabes t en qu manos has venido a parar!... Sers bueno, eh?... Seremos amigos. (Los besa y los guarda en el 660 seno.)

CIRILA. Vmonos ya.

MARA. Un momento. (En el centro de la escena, vuelta hacia la casa de Len.) Maestro...!

CIRILA. No responde... No hay nadie. 665

MARA. Hablo con su espritu, mujer. (Alzando ms la voz y mirando siempre a la izquierda.) Ya no soy aqulla... soy otra.

CIRILA. (Asustada.) Cllate, nia ma...

MARA. No puedo. Djame expresar mi alegra, mi 670 gratitud... Maestro, buenas noches. (Dirgese a la escalera con paso ligero.)



ACTO TERCERO

Sala baja en el palacio de Alto-Rey. En el fondo dos grandes rejas por las cuales se ve un patio con rboles separado de la calle por un muro bajo o empalizada. A la izquierda, puerta por donde entran los que vienen de la calle. A la derecha, puerta grande que comunica con el interior.—Mesa grande a la derecha, con cajn practicable; a la izquierda otra mesa sobre la cual hay piezas de puntilla y cajas de flores artificiales, pasamanera. Parte de estos objetos estn a la vista, fuera de las cajas. Debajo de la mesa, ms cajas. En el fondo grandes armarios antiguos, con puertas de nogal. En el ngulo de la derecha un perchero con ropa de Mara. sta, junto a la mesa de la derecha, de perfil al pblico, toma nota de existencias. Viste con elegante sencillez; se cubre con un largo delantal. Cirila est mirando a la calle por la reja. yese lejano rumor de panderetas y cantos populares.



ESCENA PRIMERA

MARA, CIRILA.

MARA. Pero qu bulla es esa?

CIRILA. Primer da de ferias. El pueblo quiere divertirse. (Dirgese a la mesa de la izquierda.)

MARA. Sigamos. De puntillas quedan... dos cajas...

CIRILA. (Contando piezas de puntilla.) Dos, y estas 5 cuatro piezas.

MARA. Lstima no haber trado ms.

CIRILA. Inspirada fue tu invencin de esta granjera. Los tenderos de aqu traan un gnero anticuado, carsimo, y ms falso que Judas... y t, pidindolo directamente a 10 la fbrica y contentndote con una ganancia corta...

MARA. (Atenta a sus notas.) Doscientas doce. (Hace su apuntacin en pie.)

CIRILA. (Suspendiendo el trabajo.) Sabes, mi ngel, que es una maravilla lo que has hecho? En poco ms 15 de dos meses...

MARA. Dos meses y algunos das desde aquella noche... Parece que fue ayer...

CIRILA. Cuando le vendiste a doa Vicenta tu ropa... Ay, de rodillas debiera adorarte la familia! Mira que... 20 Imposible parece...

MARA. Vamos, Cirila, no te entretengas. Si no me ayudas, tendr que volver a ponerte en la cocina. (Pasa a la mesa de la derecha.)

CIRILA. Ay! no, no: djame aqu. (Vuelve a su 25 trabajo.) Por cierto que con la nueva cocinera estn muy contentos los seores. Tu pap la llama el jefe. Esta maana, a ms del rosbif, ha trado Bernarda unas aves riqusimas, pavipollos que parecen bolas de manteca... un jamn de York... pasas de Corinto para hacer plum 30 pudding... t superior... foie-gras... y vino blanco, de ese que llaman Chablis... (Pasa a la derecha.) Pero no sabes, bobita? (Con misterio.) Quieren convidar a comer al seor de Corral.

MARA. (Vivamente.) A ese gaznpiro insufrible! 35 Vaya que es gana de contrariarme! Sabiendo mi antipata, mi repugnancia.



ESCENA II

Las mismas; MENGA. Mozuela del pueblo, vendedora en la plaza. Viste pobremente; trae al brazo un gran cesto con sus variadas mercancas; en la mano un palo tarja. Su hablar es spero y descarado.

MENGA. (Por la izquierda.) Ha lugar, muesama?

MARA. Adelante, Menga.

MENGA. Si qui que ajustemos la cuenta... (Saca 40 un bolsn mugriento.)

MARA. Vamos all. (Se sienta. Saca del cajn de la mesa una cestilla con dinero y un papel.)

MENGA. Lame la apuntacin, a ver si hay conformid. 45

MARA. Tienes que darme: pesetas...

MENGA. (Vivamente.) Noramala con las pesetas! Cunteme por benditos riales!

MARA. Pues cuatrocientos ochenta reales. Bien clarito est. 50

MENGA. No, muesama.

MARA. Que no? Pues haz t la cuenta.

MENGA. Cuenta clara. (Mirando el palo en que tiene hecha la cuenta por cortaduras a navaja.) Sesenta piezas. 55

MARA. Sesenta piezas.

MENGA. A siete y medio. Pus son: cuarenta dieces, ms cuatro cincos, que hacen veinte, ms sesenta medios riales. Esto s que es claro.

MARA. A ver. (Mirando la tarja.) Ya... es que 60 t te descuentas tu corretaje...

MENGA. Pus no!

MARA. Pero si del corretaje te llevo yo cuenta aparte! (Saca otro papel.) Toma: treinta reales. (Se los da.) 65

MENGA. (Coge su dinero. Saca del bolsn billetes y plata.) Cuentas claras: cuarenta y cinco dieces, ms seis cincos... Ah tiene... Ahora dme (Sacando cuenta mental, ayudada de los dedos.) veinte piezas, y otras veinte, y cinco ms. 70

CIRILA. Cuarenta y cinco. Toma. (Se las va contando.)

MENGA. Las aldeanas no quin otra cosa. Yo les digo que to l' seoro de Madril lo gasta, la Reina mesmamente en sus camisolines... y que lo train de unas 75 fricas nuevas de las Alemaas, o del quinto infierno.

MARA. No te quejars, Menga: bien te doy a ganar.

MENGA. No hay queja, muesama. Pero vea: siete bocas tengo que tapar: mi madre, mi gela de padre, mi gelo de madre, y cuatro sobrinos mocosos, tamaos 80 as.

MARA. Pero t ganas mucho. Eres gran comercianta.

CIRILA. Pues no llevas aqu poco material. (Mirando el contenido del cesto.)

MARA. Qu vendes, a ms de la puntilla? 85

MENGA. (Mostrando sus mercancas.) Poca cosa: vendo cangrejos, peines, cuerdas de guitarra, aleluyas para los chicos, y velas para los difuntos.

CIRILA. Ay, qu allegadora!

MARA. Dios la proteger. (Entra Vicenta por la 90 izquierda.)



ESCENA III

Las mismas, VICENTA.

VICENTA. Queridsima...!

MARA. Oh, Vicenta...! (Se levanta. Alegre va a su encuentro.) Qu hay, qu noticias me trae?

VICENTA. (Con entusiasmo.) Hija, las flores y pjaros 95 para adorno de sombreros han tenido una aceptacin colosal. Qu feliz idea! No llegaban ac ms que porqueras anticuadas... Me ha dicho Josefita que se queda con todo, y que le mande usted la factura.

MARA. Bien. (Destapa cajas y le muestra ms flores 100 y otros objetos.) Tengo ms, mucho ms... Mire, mire: aqu ms flores... pjaros lindsimos... Aqu cascos de paja... Vea usted qu cosa ms elegante!

VICENTA. (Con grande admiracin.) Oh, qu maravilla! 105

MARA. (Sigue mostrando.) Vea la encajera para adorno de vestidos.

MENGA. (Acercndose con Cirila y admirando aquellos primores.) Mi, mi, lo que trujo pa las seoras de ac... Hale con ellas, muesama, y engelas y squeles la 110 enjundia, que son bien ricachonas!

VICENTA. Ha tenido el talento de adivinar los adelantos de esta villa...

MENGA. Qu no discurrir sta, si ti los dimonios en el cuerpo! 115

CIRILA. Los ngeles tiene, que no demonios, bruta.

MENGA. Lo mesmo da... que hay dimonios del Cielo.

CIRILA. Jess, qu blasfemia!

MENGA. O angelicos de los infiernos... Dgolo porque 120 sta paiz un dimonio, y es, como quien dice, santa... Ea, dame lo mo.

CIRILA. (La va cargando de piezas.) Santa es: no lo sabes t bien.

MENGA. (Acomodando su carga en el cesto y en la 125 cabeza.) Echa ms... Arre ahora!

MARA. Adis Menga, ricachona!

MENGA. (Abrumada con su carga.) Adis, Santa Mariucha. (Vase por la izquierda.)

MARA. (A Cirila.) No te necesito por ahora. Acompaa 130 un ratito a mam. (Vase Cirila por la derecha.)



ESCENA IV

MARA, VICENTA.

VICENTA. Josefita colocar desde luego parte de estos primores. Ha estado usted felicsima. Agramante ser dentro de poco un pequeo Madrid. Como dice Nicols, la ola del lujo avanza, avanza... 135

MARA. Tendr Josefita muchos encargos.

VICENTA. Como que se ver muy mal para poder cumplir. Ya sabe usted que para la inauguracin del nuevo teatro tendremos aqu la compaa del Espaol. Nos abonaremos... todo el seoro. 140

MARA. Y venga lujo, vengan flores y encajes... y sombreros grandsimos, que son lo ms propio para teatro.

VICENTA. Lo ms elegante.

MARA. As da gusto ver las butacas, hechas un bosque 145 de plumas.

VICENTA. En nuestro lindo coliseo, desplegar la aristocracia agramantina un lujo... (Sin recordar el adjetivo.) Cmo se llama al lujo?... Ah! inusitado. 150

MARA. Bien por Agramante!

VICENTA. Y ahora, otra cosa. (Se sienta frente a ella.) Y esto que voy a decirle, querida ma, es un tantico desagradable...

MARA. (Alarmada.) Qu, Vicenta? 155

VICENTA. No, Mara, no es para asustarse... Soy su mejor amiga; me intereso mucho por usted, y quiero prevenirla de ciertos rumores...

MARA. (Serena.) A ver, a ver?... Qu dicen de m? 160

VICENTA. Naturalmente, todo el mundo encuentra muy extraordinario, encuentra inverosmil que una mujer sola pueda...

MARA. Levantar del suelo a una familia, sostenerla en una pobreza decorosa?... Vaya con el milagro! 165 Y de esto se asombran?

VICENTA. Se asustan, se escandalizan. Este compra-y-vende de una seorita noble, hija de Marqueses, no est en nuestras costumbres.

MARA. Ni ello les cabe en la cabeza a estas mujercitas 170 encogidas y para poco... Como si lo estuviera oyendo, Vicenta... dirn que una mujer no puede ganar dinero...

VICENTA. Honradamente. Se lo digo a usted con toda esa crudeza, para, que se indigne. 175

MARA. No, amiga ma: si no me indigno.

VICENTA. Y se queda tan fresca!

MARA. Cuando me determin a sacar a mis padres de la miseria, por los medios que usted conoce, ya cont con que me haban de tomar por loca, o por otra cosa 180 peor... y fortifiqu mi alma contra esos ataques... que no podan faltar.

VICENTA. De modo que usted no teme...?

MARA. A lo que llaman la opinin, a la falsa crtica, a la mentira maliciosa? No la temo. Todo es pura 185 espuma, y yo soy roca.

VICENTA. Dios la conserve a usted en esa fortaleza y serenidad.

MARA. Con ellas me va muy bien: nadie viene a turbarme... 190

VICENTA. Nadie? (Picaresca.) Eso no es verdad; que por ser usted mujer de tanto mrito, no le falta el asedio de pretendientes, alguno tan enfadoso como el pobre Corral...

MARA. Mentecato como se! 195

VICENTA. Loco est por usted, y a los desdenes responde con mayor exaltacin... La verdad: yo, en el caso y en las circunstancias de usted...

MARA. (Imponindole silencio.) No siga, Vicenta, se lo suplico... y hablemos de otra cosa. (Transicin 200 rpida a las ideas alegres.) Hablemos de esto, de mi lindo comercio. Sabe usted que tengo que ver a Josefita y acordar con ella plazos, precios...?

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